Mientras Washington y Moscú se vigilaban mutuamente, Pekín se ha llevado el premio.
El gas natural está en medio de un momento de transformación. La llegada del gas de esquisto, el aumento del gas natural licuado de origen marino (GNL) y la nueva imagen verde del viejo hidrocarburo han atraído más usos, más atención e incluso más controversia a los mercados globales de este producto. Pero el actor más influyente del mundo en este proceso no es ni el mayor productor de gas, Rusia, ni el segundo consumidor del planeta, Estados Unidos. Es China. A pesar de que depende en gran medida del petróleo y el carbón, Pekín ha conseguido convertirse en la fuerza más ágil y activa en el mercado internacional del gas.
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La razón no sólo tiene que ver con la geología sino con la geopolítica. El gigante asiático, que está buscando maneras de obtener recursos energéticos para su economía en pleno crecimiento, ha aumentado la producción doméstica y ha logrado garantizarse el acceso al gas de otros países. Todo este esfuerzo ha desplazado al combate imaginario que se desarrolla desde hace 20 años entre Occidente y Rusia, un gran juego que ahora puede ganar China.
Esa búsqueda reciente de recursos mundiales de gas por parte de Pekín está alimentada por el tremendo aumento de la demanda interna, a medida que la industria del país crece pese a la crisis económica mundial. Existen indicios de que sus ambiciones geopolíticas energéticas no pueden mantenerse: el precio en tierra del gas natural en China acaba de incrementarse un 25%. Como consecuencia, este país asiático no sólo ha aumentado su propia producción de gas natural, sino que está expandiendo su capacidad de importar GNL de lugares como Australia, Malaisia, Papúa Nueva Guinea y Qatar.
Dentro de las fronteras chinas, el gaseoducto este-oeste transporta gas desde la región autónoma de Xinjiang, rica en recursos energéticos, hasta una costa este en pleno apogeo económico. Las reservas conocidas de Xinjiang son de unos 700.000 millones de metros cúbicos (aproximadamente la décima parte de las reservas de EE UU), pero puede haber mucho más. Y las autoridades de PetroChina están explorando nuevas reservas de gas de esquisto y metano de lecho de carbón en todo el país. La Administración de Barack Obama, deseosa de apartar a Pekín de este recurso energético de gas problemáticos como Irán, acaba de firmar un acuerdo de transferencia de tecnología con los chinos que ofrece al gigante asiático la misma y revolucionaria capacidad de extracción que ha impulsado la producción de gas de esquisto en Norteamérica. Uno de los objetivos oficiales de Pekín es que la producción de metano de lecho de carbón nacional sea 16 veces mayor en 2020 que en la actualidad. Algunos analistas predicen que, para entonces, China tendrá una autosuficiencia del 80% en la producción de gas.
En otros países, Pekín ha establecido unas infraestructuras que sonrojarían a ...
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