20 años después del Tratado de Dayton, el país se encuentra dividido y a la deriva, entre el descontento, el hastío y la corrupción. ¿Cuál es la salida?

El Tratado de Dayton fue la culminación de la llamada Shuttle diplomacy del negociador estadounidense Richard Holbrook. El proceso empezó un año antes de la conferencia final, llevada a cabo del 1 al 21 de noviembre de 1995 en la base aérea Wright Patersson, en Dayton, Ohio. La Shuttle diplomacy consistía en la negociación, o intermediación, que Holbrook y el Grupo de Contacto realizaban visitando a uno y otro líder de las partes confrontadas, presentando y moderando sus propuestas y respuestas, sin que ellos mismos tuvieran que verse las caras personalmente.

Los principales participantes de la conferencia fueron el presidente bosnio, Alija Izetbegović, el mandatario serbio, Slobodan Milošević, y su homólogo croata, Franjo Tudjman. El Grupo de Contacto decidió mantener dichos líderes en la base militar el tiempo necesario para llegar a un acuerdo. Después de 20 días, las presiones de Holbrook y el general Wesley Clark dieron sus frutos. El Tratado de Dayton intentó primero finalizar la guerra y después, en varios de sus anexos, regular todos los asuntos importantes para la posguerra y la transición pacífica de la región. El anexo 4 se convirtió en la Constitución de Bosnia y Herzegovina, que aún está en vigor. Este apartado es el más polémico y más criticado por los analistas y los políticos dentro y fuera del país.

El propio Richard Holbrook, principal artífice del tratado, reconoció, antes de morir, algunas debilidades y errores del Acuerdo de Dayton: “El error más grave fue que permitimos a los serbios mantener el adjetivo República en la denominación de su entidad. No comprendimos la connotación histórica de esta palabra para la realidad balcánica. Milošević insistía en esa palabra pero, pienso que un par más de raquetas Tomahawk hubieran cambiado su opinión”, dijo Holbrook.

Dos chicas pasean al lado de un muro dañado por las balas durante la guerra en la ciudad de Mostar. Marco Secchi/Getty Images
Dos chicas pasean al lado de un muro dañado por las balas durante la guerra en la ciudad de Mostar. Marco Secchi/Getty Images

Pero, ¿fue sólo un error? La otra entidad también tiene el atributo de Estado – la Federación. Solo el hipotético Estado común no lo tiene, es simplemente – Bosnia y Herzegovina. En una entrevista realizada al profesor del Derecho Internacional de la Universidad de Ilinois, Francis Boyle (ex delegado de Bosnia ante el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia – TPIY) dice: “En Dayton, la gente del Pentágono me dijeron claramente que, según el plan de Holbrook, en un plazo de 20 años ocurrirá lenta pero definitiva la división de Bosnia.”

Sobre las memorias de Holbrook y su frase: “Dayton ha salvado a los musulmanes del desastre”, el catedrático de Minnesota, con raíces croatas, Vjekoslav Perica responde: “Si desde la Academia de las Ciencias y las Artes de Belgrado agradecieron a los americanos por ‘devolver a los serbios en Bosnia lo que han perdido en Croacia’, si los más radicales nacionalistas serbios elogian a Dayton y al mismo tiempo las víctimas lo maldicen, la conclusión es clara.”

Actualmente, la mayoría de los analistas piensan que el Tratado de Dayton fue bienvenido y al mismo tiempo profundamente injusto, pactado entre la comunidad internacional, Milošević y Tudjman e impuesto a los bosnio musulmanes cuyo presidente, Izetbegović, según el reciente testimonio de su ministro de Exteriores, Muhamed Sacirbey, ni siquiera se enteraba de los juegos que se desarrollaban a sus espaldas.

El instituto estadounidense de las nuevas democracias (EDI) afirma que el Tratado de Dayton había creado “un sistema político no democrático que bloquea la formación de los partidos políticos multiétnicos, lo que, por su parte, provoca el chovinismo, provincialismo y la corrupción de la cultura política. Dayton se ha convertido en el obstáculo para el avance del país”. -”En Bosnia, occidente se olvidó de que no hay democracia sin demos” – añade el sociólogo bosnio, Tarik Haverić. Sin embargo, el Acuerdo no solo dividió profundamente el territorio y la sociedad, también convirtió a los ciudadanos en los ‘pueblos constitutivos’. -“El que, por cualquier razón, no pertenece a una de las tres ‘naciones constitutivas’, simplemente no existe”- dice Dževad Karahasan, el profesor y escritor de Sarajevo.

Dividiendo el país – ya reconocido miembro de la ONU y con su vigente Constitución – en dos entidades y, además, fraccionar una de ellas en cantones, simplemente no podía funcionar. Hipertrofia de la administración (en los diferentes niveles del poder en Bosnia hay 160 ministros), la lucha de los líderes nacionalistas de mantener el status quo y el derecho de veto de las tres naciones que paraliza cada intento de avanzar, dejaron al país lejos de las puertas de la Unión Europea, que, para muchos, es la única oportunidad de moverle hacía adelante. Actualmente, el 50% de la población vive en el umbral de la pobreza y unos 700.000 por debajo de esta línea. El país ocupa el vigésimo puesto en la lista de los más pobres del planeta y el último en Europa por el poder adquisitivo de sus ciudadanos. También, está “muy bien posicionada” en la lista de los países más corruptos. Debido a la falta de perspectiva, el 83% de los bosnios quiere salir y buscarse la vida fuera de sus fronteras.

Para financiar su funcionamiento ambas entidades prefieren los créditos. Actualmente, la deuda exterior de Bosnia y Herzegovina alcanza los 7.000 millones de dólares (unos 6.200 millones de euros). Para pagarla, empezó la venta del país. En poco tiempo Bosnia podría convertirse solo en un topónimo geográfico. ¿O, precisamente, fue ese el objetivo de algunas fuerzas fuera y dentro del país reunidas, hace 20 años, en Dayton?

Por todo eso, Florence Hartmann, el que fuera portavoz del fiscal general del Tribunal de la Haya, concluye: “Puede que entonces no hubiera una manera mejor de parar la guerra. Pero, eso era solo un alto de fuego. El Tratado no puede ser la Constitución ni la solución definitiva. Conocemos los síntomas, sabemos el diagnóstico, pero nadie busca la medicación. Hay que desatar la camisa de fuerza y buscar para Bosnia la solución definitiva.”

Igual, decir que el Tratado de Dayton es el único culpable de todo, no sería cierto. Eso significaría amonestar a los incompetentes y corruptos líderes bosnios que utilizan la ambigüedad del Acuerdo para sus intereses. Las oligarquías nacionalistas, que con Dayton han recibido la posibilidad de perpetuar las divisiones y eternizar su posición y poder, a cada intento de tocar el documento responden amenazando con una nueva guerra.

Mientras tanto, en pequeña Bosnia 85 personas dispone de la riqueza de 9.000 millones de dólares. Un profesor universitario -militante de un partido nacionalista- imparte clases de 70 asignaturas en 15 facultades, propiedad de sus ‘colegas’ de partido, mientras centenares de jóvenes magistrados y doctores que se resisten a incluir delante de su nombre el prefijo nacional se desesperan en las oficinas de empleo. -”Y con una Constitución ideal, con los líderes de hoy, los resultados serían iguales”- se resigna el sociólogo de Sarajevo, Žarko Papic.

Sea como fuera, está claro que con esa Constitución, Bosnia no puede entrar en la UE. Hasta algunos líderes de los partidos nacionalistas reconocen la necesidad de cambiar el marco constitucional del país pero, sobre el carácter y los límites del cambio, las diferencias son abismales. Los serbobosnios quisieran legalizar la salida de la República Srpska de Bosnia, los bosniocroatas formar su propia entidad y los bosnio musulmanes centralizar el país e imponer su mayoría. Con esas aspiraciones el consenso es imposible.

Entonces, ¿donde está la solución? Dentro del país no la veo. Tampoco lo veía fuera hasta que, paradójicamente, los últimos acontecimientos en el ámbito internacional: la crisis migratoria, los ataques de Daesh y el crecimiento de la presencia rusa en los Balcanes (incluido el conflicto entre Rusia y Turquía), arrojaron esperanza. La crisis migratoria y la “ruta balcánica” han elevado las tensiones entre Croacia y Serbia. La primera se ha equipado hasta los dientes con las armas estadounidenses. La segunda respondió comprando el armamento ruso por valor de 5.000 millones de dólares. La canciller de Alemania, Ángela Merkel, de la cual no se puede decir que se precipita, declaró que el hipotético cierre de las fronteras alemanas para los refugiados podría “elevar las tensiones y provocar la guerra en los Balcanes”. Los líderes locales intentaron desmentirla, pero se quedó el amargo gusto de sus palabras.

Rusia ha decidido aprovechar el vacío que dejó el Tratado. Su táctica es sencilla: si no puede controlar la región, puede provocar su inestabilidad y así ralentizar la influencia de occidente cerca de sus fronteras. Por eso, el presidente Vladímir Putin amenaza con sanciones a Montenegro por aceptar la invitación oficial de la OTAN de incorporarse en la organización y apoya a los líderes de la República Srpska en su intención de organizar el referéndum, como el primer paso hacía la independencia.

En el artículo de Foreign Policy, James Layon, ex diplomático estadounidense en los Balcanes, opina que el referéndum provocaría una nueva guerra que se extendería por la región. Eso – piensa Layon “podría radicalizar a los bosniomusulmanes, que ya están bajo la fuerte presión de los islamistas de los países del Golfo, lo que aumentaría el riesgo de la construcción de un mini Estado de los musulmanes furiosos en el patio de occidente”.

En realidad, en Bosnia ya fuimos testigos de algunos actos de terrorismo, con claros signos de Daesh. Y, eso, occidente no puede permitirlo.

El conocido escritor bosnio Abdulah Sidran, escribió: “Y si actualmente el país estuviera cien veces mejor de lo que está, estaría cien veces peor de lo que era”. Sidran es poeta y se le permite exagerar, pero sus palabras son la expresión del descontento de la ‘gente normal’ con el Tratado de Dayton y de la yugonostalgia que crece entre los ciudadanos de la región y la diáspora.

¿Será mejor? Algún día sí. La historia está llena de altibajos. La pregunta es: ¿cuándo? El profesor y sociólogo de Sarajevo, Esad Bajtal, dice que “la historia no tiene prisa porque tiene todo el tiempo del mundo. Pero, nosotros no”. El tiempo para Bosnia se está agotando.

P.D. Tres datos sobre el Tratado anecdóticos y simbólicos a la vez: la Constitución bosnia es la única de un país confeccionada en solo 3 semanas; ni siquiera está escrita en la(s) lengua(s) bosnia(s), sino solo en inglés; el original fue robado de la caja fuerte de la Presidencia de Estado y su paradero no se conoce después de 7 años de su desesperación.