Plantación de soja de dueños brasileños en Paraguay. (Norberto Duarte/AFP/Getty Images)
Plantación de soja de dueños brasileños en Paraguay. (Norberto Duarte/AFP/Getty Images)

En tanto el liderazgo de Brasil se consolida en América del Sur, aumenta la preocupación de sus vecinos. Algunos autores creen que Brasilia está promoviendo políticas subimperialistas y que grandes multinacionales como Vale, Petrobras o Camargo Corrêa están ayudando a expandir esa nueva hegemonía.

Desde que, en la última década, Brasil se ha consolidado como potencia hegemónica en Sudamérica, se han escrito ríos de tinta sobre las implicaciones de ese liderazgo para sus vecinos, en especial para los más pobres, como Paraguay y Bolivia. Ya en los 70, el teórico brasileño Ruy Mauro Marini habló de “subimperialismo brasileño” en el contexto de la dinámica centro-periferia. Marini sostenía que el equipo tecnocrático-militar que asumió el poder tras el golpe militar de 1964 poseía un “proyecto político” que implicaba la “construcción de un área de influencia y vigilancia en la región” bajo la égida de Washington. Medio siglo después, y tras doce años de gobiernos progresistas con Lula da Silva y Dilma Rousseff, las elites económicas del país, tanto la tradicional clase terrateniente como la próspera burguesía industrial de São Paulo, son más poderosas que nunca y cuentan con el firme apoyo del aparato estatal. Mientras tanto, en los países vecinos pero también en el mismo Brasil, intelectuales de izquierdas y movimientos sociales comienzan a preguntarse si ciertas políticas impulsadas por Brasilia son coherentes con un discurso oficial plagado de referencias a la integración regional y la buena vecindad.

La geopolítica americana ha cambiado mucho en las dos últimas décadas. Los expertos coinciden en que Latinoamérica ha dejado de ser el patio trasero de Estados Unidos y, aunque México conserva su influencia en América Central y el Caribe, Brasil ha consolidado su liderazgo en América del Sur. En su reciente ensayo Brasil Potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo, el intelectual uruguayo Raúl Zibechi sostiene que “el ascenso de Brasil al rango de potencia es un proceso irreversible y conflictivo”, si bien “aún no sabemos si el Brasil Potencia se convertirá en un nuevo imperialismo”. Algo sí parece evidente: el país no aspira apenas al liderazgo regional, sino a jugar un rol destacado en el tablero global del siglo XXI. Se trata, añade Zibechi, de un “desafío inédito”: es la primera vez que emerge una potencia intrarregional en América Latina.

Ese ascenso de Brasil se sostiene sobre la alianza entre las elites brasileñas y el aparato estatal, alianza que, paradójicamente, se ha fortalecido desde la llegada al poder del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, en 2002. Al contrario que en otros países de la región, la burguesía brasileña tiene un claro proyecto político y ha obtenido el apoyo del lulismo para llevarlo a cabo: “busca un reposicionamiento ventajoso de Brasil en la división internacional del trabajo”, señala Zibechi, y eso se traduce en una “concentración y centralización del capital para competir fuera de sus fronteras”. En otras palabras, ha calado la idea de que, para tener ...