La comunidad hazara ha sido históricamente acosada en Afganistán y en otros países de la región. Ahora se suma una mueva amenaza, el Estado Islámico.

Las calles de las ciudades afganas de Kabul y Gazni se han abarrotado en estos últimos días por manifestantes que exigen una mayor protección civil al Gobierno. El motivo: la decapitación de siete personas de la etnia hazara, mujeres y niños incluidos, por parte del Estado Islámico (EI) o Daesh en árabe. Las manifestaciones, que han sumado a varios miles, han ofrecido un interesante panorama multicultural. La sensación de inseguridad en Afganistán es prácticamente crónica, pero las crecientes actividades del EI en territorio afgano parecen ser la gota que colma el vaso.
Desde el año pasado, los yihadistas han incrementado su actividad en el país centroasiático. No en vano, en el imaginario de Daesh, Afganistán se incluiría dentro del califato en la vasta provincia de Jorasán (junto a India, Pakistán, Nepal, parte de China, Kazajistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán). Una actividad que se define, principalmente, en tres frentes: la captación de voluntarios afganos, el azote a los talibanes y la persecución de las minorías religiosas.
Efectivamente, al igual que otros territorios conquistados por los yihadistas, Afganistán suma ahora a su cotidiana combustión civil una amenaza creciente que afecta a uno de los conflictos más arraigados y enmarañados dentro de la sociedad. Sin embargo, no les está siendo fácil afianzarse en el territorio. La estrategia desde el año pasado ha sido similar a la ejecutada en Siria e Irak: intentar ganarle terreno al gobierno y al principal competidor (en este caso, los talibanes en vez de Al Qaeda), mientras se pacta con tribus neutrales. La presencia del EI es más poderosa en el sur, en la provincia de Zabul, pero en los últimos doce meses ha sufrido más reveses que alegrías. Mención especial merece la muerte de su líder en la zona, Hafiz Mohammad Saeed, a manos de Estados Unidos. La propia captación de voluntarios está siendo más costosa que en otros territorios. Pero Daesh, si algo tiene, es capacidad de adaptación. Los servicios de inteligencia afganos alertan de que el principal vivero de nuevos yihadistas no proviene de los ciudadanos jóvenes, sino de talibanes desencantados con sus líderes.
¿Quiénes son los hazaras?
La historia de esta comunidad es fiel reflejo de los contrastes étnicos y religiosos del mundo musulmán, en general, y de Afganistán, en particular. Mezcla de ancestros turcos y mongoles, se trata de uno de los grupos más numerosos del país (el 19% de la población, unos cuatro millones de personas). Existen igualmente comunidades importantes en Irán, Canadá y, sobre todo, Pakistán. Hablan principalmente en lengua persa (darí) y habitan en las provincias centrales de Afganistán (territorio que ellos llaman Hazarajat). No es un pueblo de recursos económicos y sus índices de desarrollo son particularmente bajos. Generalmente habitan las regiones más rurales y empobrecidas del centro del país, subsistiendo ...
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