Quien tenga hermanos o hermanas puede atestiguar que uno se pelea más con ellos que con sus primos. Resulta que la regla puede ser válida también para los Estados. Según un reciente estudio, los países tienen más posibilidades de emprender una guerra contra países con poblaciones similares a la propia desde el punto de vista genético. Datos tomados entre 1816 y 2000 muestran que el riesgo de conflicto aumenta sobremanera cuanto mayor es el parecido genético. Incluso cuando los investigadores eliminaron del estudio a los países fronterizos y a los que distan menos de 620 millas entre sí para descartar el factor de proximidad física, los resultados fueron casi los mismos.

¿Por qué luchamos contra los que son más parecidos a nosotros? “Los países que son genéticamente parecidos suelen interactuar más y, por ello, habrá más asuntos sobre los que estén en desacuerdo”, dice el economista de UCLA Romain Wacziarg. “Etiopía nunca va a entrar en guerra con Chile, no sólo porque están muy lejos, sino porque no tienen nada sobre lo que discrepar”. En otras palabras, no hay infelicidad como la de una familia infeliz.