cortafuegos

Corta fuegos frente al radicalismo

A: Mohamed Mahdi Akef, guía supremo de los
Hermanos Musulmanes

DE: Marc Lynch

RE: Cómo hablar con Occidente

Occidente y los Hermanos Musulmanes de Egipto tienen más en común de lo que parece. Pero si la Hermandad quiere ganarse a los escépticos occidentales tendrá que adecuar las palabras a los hechos.

Cuando tomó las riendas como líder de los Hermanos Musulmanes en 2004 y prometió que la libertad sería su prioridad principal, con toda probabilidad no podía imaginar dónde estaría su organización hoy. Aunque en teoría está prohibida, se ha convertido en el principal grupo de oposición en Egipto con 88 escaños en el Parlamento. Sus llamamientos a la transparencia y a la responsabilidad gubernamentales abren una batalla completamente nueva en la política egipcia, y usted tiene cicatrices que lo demuestran.

Desde las elecciones parlamentarias [de 2005, en las que sus candidatos se vieron obligados a presentarse como independientes y se hicieron con el 20% de los votos], ha visto cómo el régimen egipcio ha manipulado las urnas, lanzado una oleada masiva de arrestos de miembros de los Hermanos y modificado la Constitución para impedir su participación en el juego político. Muchos son los que están preocupados en Occidente por la forma en la que el Gobierno de El Cairo trata a la organización, pero su continua ambigüedad respecto a su programa político esencial, su postura equívoca ante los ataques de Hamás contra Israel y algunos interrogantes sobre sus conexiones con el extremismo islámico han provocado dudas sobre sus verdaderas intenciones, incluso entre quienes le defienden.

Hace poco se quejó de que Estados Unidos “sólo conoce el lenguaje de la violencia, de la sangre y de la destrucción y ni siquiera propone el diálogo como una opción”. Sin embargo, hoy tiene una oportunidad histórica para este diálogo. Los estadounidenses reconocen ahora que están perdiendo la guerra de las ideas en el mundo árabe, que el extremismo islamista está en creciente expansión y que la difusión de la democracia en la región ha fracasado. En Washington se ha abierto un potente debate sobre los Hermanos Musulmanes. Algunos perciben ahora al grupo como una fuerza relativamente moderada y un socio potencial en la lucha común a favor de la democracia y en contra del extremismo islamista. Muchos otros, sin embargo, ven a la organización como un enemigo al que hay que hacer frente y consideran su programa como una fuente importante de extremismo y de antiamericanismo y su discurso sobre la democracia como una treta dirigida a engañar a occidentales ingenuos. La forma en la que se involucre usted en este debate tendrá repercusiones duraderas en las relaciones con Estados Unidos, que no va a abandonar la región por el momento.

Si realmente persigue establecer un diálogo serio con Occidente, debe abordar esta discusión ahora, mientras está viva. Repetir los mismos y cansinos eslóganes no servirá para nada. Demuestre que, a pesar de las diferencias políticas, comparte dos objetivos fundamentales con la Casa Blanca: promover la democracia en los países árabes y limitar la influencia de Al Qaeda. Si de verdad quiere convencer a los estadounidenses y a otros árabes y musulmanes de la importancia de trabajar con ustedes, ésta es la forma de hacerlo:

Use su capital político. Corren tiempos difíciles para los Hermanos Musulmanes, especialmente en Egipto. Muchos de sus seguidores están rabiosos por la respuesta hostil de Occidente a la victoria electoral de Hamás en los territorios palestinos y la ven como una prueba de que el juego está trucado y de que a ningún partido islamista se le permitirá nunca ganar unas elecciones. Muchos Hermanos han empezado a preguntarse si vale la pena participar en el proceso político democrático, especialmente porque Al Qaeda y los rivales más radicales se mofan de las desgracias del grupo. Sin embargo, para la organización nunca ha sido tan importante seguir comprometida pública y decididamente con el proceso democrático como lo es en este preciso momento. Sus críticos en Occidente sólo desean que la Hermandad abandone la democracia frente a la adversidad. Así podrían decir que están enseñando su verdadero rostro al mundo. Considere estos tiempos difíciles como una oportunidad: la forma en la que reacciona en los momentos duros dice más sobre usted mismo que su comportamiento cuando todo va bien.

Ya ha hecho cosas positivas a este respecto. La decisión de participar este verano en las elecciones al Consejo de la Sura, a pesar de que el régimen le quitó cualquier posibilidad de ganar, habla de forma favorable de su compromiso con el proceso democrático. Su grupo parlamentario ha hecho un gran trabajo, destapando casos de corrupción y planteando la reforma política. Tal exigencia de responsabilidad gubernamental en uno de los países mas represivos de Oriente Medio es valerosa y, durante el último año, muchos defensores de la democracia y organizaciones de derechos humanos occidentales, como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, se han movilizado para defenderle, pero no confunda la defensa de su derecho de participación con un apoyo a sus objetivos políticos, lo que sería un grave error. La postura de estos grupos sería el pago al fruto de sus años de esfuerzo por demostrar sus credenciales democráticas. No suspenda el examen ahora.

Tenga cuidado con lo que dice. Usted es el guía supremo de los Hermanos Musulmanes. Cuando habla, representa a toda la organización. Cuando se moviliza contra los planes de EE UU para dominar la región, está echando por tierra docenas de declaraciones conciliadoras de sus lugartenientes más cercanos. Aunque atacar a Washington gusta a su parroquia, dificulta que aquellos estadounidenses interesados en explorar una nueva relación con ustedes defiendan su postura. Recuerde que hace mucho que pasó la época en la que podían enviarse mensajes a determinados destinatarios sin que nadie más los escuchara. Al contrario, los estadounidenses siguen con más atención lo que dice en árabe que sus lisonjas en inglés, porque las declaraciones en su lengua materna reflejan con mayor probabilidad sus verdaderos pensamientos. Hoy toda la política es global. Lo que dice y hace en casa tiene repercusiones mundiales, especialmente en un momento en el que Washington escudriña todos sus movimientos a la búsqueda de pruebas sobre sus intenciones reales.

Tenga presente también la regla cardinal de la comunicación: conoce a tu público. No necesita convencer ni a los críticos más acérrimos ni a los defensores ardientes que ya han tomado una decisión. Apunte al centro del campo, a los estadounidenses pragmáticos y razonables que creen en la democracia, se preocupan por el terrorismo y tienen auténticas dudas respecto de su compromiso a favor de aquélla y en contra de este último. Nadie espera que se convierta en un progresista occidental, pero la mayoría del pueblo estadounidense quiere ver la demostración de que está comprometido en firme con las libertades fundamentales, no sólo para los que piensan como ustedes sino para todo el mundo. Los responsables políticos de EE UU necesitan saber que la Hermandad puede coexistir con los no creyentes y expresar su desacuerdo por medios pacíficos y no coercitivos. Haga hincapié en que la libertad significa para usted libertad para las distintas tendencias de la oposición en Egipto, incluso para aquéllas que rechazan el islamismo. Muchos coptos no parecen convencidos por sus declaraciones en las que les considera ciudadanos de pleno derecho, y muchos defensores de la democracia expresan en privado preocupaciones sobre sus intenciones. Si no puede convencer a sus conciudadanos, ¿cómo espera convencer a los estadounidenses?

Sea un cortafuegos y no una correa de transmisión. En definitiva, la razón por la que Washington está contemplando la posibilidad de recurrir a usted se debe al interés en combatir el extremismo islamista. A menudo ha dicho que los Hermanos rechazan la violencia y la revolución, al menos dentro de su país natal. Usted mantiene que lo hace tanto por convicción como por su propio interés: para evitar dar excusas a la represión del régimen, por ejemplo, o para hacer frente a los esfuerzos de Al Qaeda por seducir a los miembros más jóvenes en pro de acciones más radicales. Pero sus críticos responden que una vez que su organización convence a la gente para abrazar su identidad musulmana tienen más probabilidades de unirse a movimientos violentos o de sumarse a la yihad. ¿Qué está haciendo usted para impedir ese proceso de radicalización? Hay una manera de analizarlo: los Hermanos Musulmanes podrían ser un cortafuegos (conquistando los corazones y las mentes de los musulmanes dentro de un programa moderado y disuadiéndoles de sumarse al radicalismo) o bien una correa de transmisión (catapultándoles por el camino de la radicalización). ¿Cuál de ellos prefiere? Si pudiera demostrar en la práctica que su rechazo a la violencia se traduce en esfuerzos concretos para reducir la violencia extremista, EE UU estaría mucho más dispuesto a arriesgarse y confiar en sus aspiraciones políticas.

Una manera de eliminar cualquier malentendido sería la condena activa del takfir. Este acto, que consiste en declarar infiel a otro musulmán y que es una de las formas más flagrantes de radicalismo en el islam suní, se está expandiendo de forma muy rápida. A pesar de la muy conocida orden del anterior guía supremo, Hasan al Hudaybi, para ser “predicadores y no jueces”, los Hermanos Musulmanes no son ajenos a estas prácticas. Haga una declaración pública y enérgica sobre la postura del grupo sobre el takfir. ¿Se mantendrá firme frente a quienes juzgan a sus conciudadanos? Esto sería lo que, en la clase política norteamericana, se llama la prueba decisiva. Al parecer, no hace mucho tiempo, una autoridad religiosa saudí, Salah al Fawzan, decretó el takfir contra los liberales. ¿Le denunciará pública y abiertamente y defenderá la libertad de pensamiento y de opinión de la que habla de manera tan elocuente? Y no basta con decirlo una vez o firmar un documento. Debe hacer que esta doctrina sea respetada en sus filas y estar dispuesto a criticar a los miembros que no la respeten. Esta clarificación sería un gran avance a la hora de trazar una clara línea divisoria entre usted y los radicales.

Aprenda a soltar las riendas. A principios de año, cuando el joven blogger (y miembro de los Hermanos) Abd al Monem Mahmoud escribió en defensa de su colega antiislamista Karim Amer, activistas de todo el espectro político tomaron nota de esta postura valiente, inesperada y basada en altos principios. Que vuestros miembros participen en los blogs no debería ser una actitud simplemente tolerada, sino fomentada. Deje que estos nuevos medios se conviertan en foros públicos en los que los Hermanos Musulmanes y los que pertenecen a todas las tendencias ideológicas puedan discutir sobre ideas y estrategias. Esto podría ayudar a desarrollar el pensamiento interno. Y podría desmitificar a la organización y tranquilizar a terceros sobre sus verdaderas intenciones. Una mayor transparencia en el diálogo interno y en la toma de decisiones podría resultar difícil ahora que el régimen egipcio está sometiéndoles a una dura represión, pero ayudaría a tranquilizar a los escépticos razonables. Aunque hacer todo esto significaría renunciar a un cierto grado de control y otorgar un mayor margen a las libertades internas. Miembros desilusionados de los Hermanos Musulmanes se quejan desde hace tiempo de la rigidez de la organización y de la falta de tolerancia hacia la disidencia. ¿Puede demostrar que están equivocados, permitiendo un pluralismo interno que podría tranquilizar a terceros sobre sus más amplios designios?, ¿o va a aferrarse a una postura que le deja rotundamente enfrentado con uno de sus aliados estratégicos más importantes? La elección es sólo suya.