La adopción internacional parece la solución perfecta para el desequilibrio emocional que padece el mundo: en los países pobres hay bebés sin un hogar; y en los ricos, familias sin bebés. Por desgracia, puede que esos retoños no sean en realidad huérfanos.
Todos conocemos la historia de la adopción internacional: millones de niños y bebés han sido abandonados –en el umbral de una iglesia o en el arcén de una carretera– o han perdido a sus padres a causa del sida, la miseria o la guerra. Estos pequeños se sienten olvidados, viven en orfanatos abarrotados o terminan en la calle, donde les espera un futuro incierto plagado de miseria y carencias. Pero si tienen suerte, unos amorosos padres venidos de muy lejos les sacan del lodo y les dan la oportunidad de disfrutar de una vida mejor. Por desgracia, esta narración es, en gran parte, ficción.
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Abandonados: en este orfanato de Ucrania, la mayoría de los bebés tienen padres aún vivos, pero que no pueden hacerse cargo de ellos |
A los occidentales les han vendido el mito de que existe una crisis mundial de huérfanos. Les dicen que millones de niños esperan a familias que les acojan para siempre, que les salven del abandono y los malos tratos. Sin embargo, buena parte de las criaturas adoptadas hoy día no son huérfanas. Sí, cientos de miles precisan hogares donde se les quiera. Pero en la mayoría de los casos, los más necesitados están enfermos, discapacitados o traumatizados, o han cumplido los cinco años. No son los críos sanos que, comprensiblemente, la mayoría de los occidentales desea adoptar. No hay suficientes niños con buena salud para saciar la demanda de adopciones, y sí demasiado dinero moviéndose por el mundo en busca de hijos.
El resultado es que el objetivo de muchas agencias internacionales de adopción no es tanto encontrar hogares para los menores que los necesitan como hallar hijos que ofrecer a las familias occidentales.
Desde mediados de los 90, el número de adopciones internacionales casi se ha duplicado, pasando de 22.200 en 1995 a casi 40.000 en 2006. En 2004, la cifra alcanzó su máximo histórico: más de 45.000 niños de países en desarrollo fueron adoptados por extranjeros. Estados Unidos se lleva a casa a más críos que ningún otro: más de la mitad de la suma global, en los últimos años. [España es el segundo país en volumen total, con un 10%, y el primero en términos relativos junto a Suiza].
¿De dónde proceden todos estos críos? A medida que han florecido las adopciones internacionales han aumentado también las pruebas de que, en muchos países, gran cantidad de bebés están siendo sistemáticamente comprados, obtenidos con coacciones y robados a sus familias biológicas. Cerca de la mitad de las 40 naciones consideradas por el Departamento de Estado de EE UU como principales puntos de origen de las adopciones ...
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