Humos fatales: por primera vez, la ciencia prueba que el CO2 mata.

Todos hemos oído hablar de apocalípticos escenarios sobre el cambio climático: devastadoras catástrofes naturales, sequías, inundaciones y pérdidas generalizadas de cosechas. Es fácil deducir a partir de esas preocupantes predicciones que los altos niveles de emisiones de dióxido de carbono, culpables de nuestras desgracias climáticas, tampoco son muy sanos para la salud humana. Pero hasta ahora no había pruebas reales. Por primera vez, un nuevo estudio relaciona el aumento de las emisiones con el incremento en muertes humanas. Usando uno de los más sofisticados modelos sobre el clima creados por ordenador, Mark Jacobson, catedrático de Ingeniería Civil y Medio Ambiental de la Universidad de Stanford (EE UU), ha mostrado cómo, por cada grado Celsius de aumento en la temperatura global, se incrementan las emisiones de CO2 que causan unas 21.000 muertes al año. Eso ocurre porque, mientras el planeta se calienta, los niveles de ozono corrosivo y las partículas tóxicas también suben, sobre todo en aquellas zonas que ya tienen un importante grado de polución. Inhalar el ozono y dichas partículas provoca más enfermedades respiratorias y cardiovasculares, que son mortales para mucha gente. Como Jacobson explicó durante una videopresentación colgada en la página web de la universidad, “hay quien dijo que el cambio climático no se respira. Este estudio muestra que sí”.

Drew Shindell, climatóloga en el Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA, encuentra que la investigación de Jacobson es “impresionante”. Añade que el descubrimiento de este catedrático (que el ozono se incrementa de forma muy marcada en sitios que ya están muy contaminados) es el primero en su campo. “Es una auténtica novedad y aporta información muy interesante”. Comparados con los dos millones de muertos al año que causa la tuberculosis, 21.600 víctimas no parecen muchas, pero el estudio revela que los efectos tóxicos del cambio climático no son sólo peligrosos para el futuro. “Es algo que está ocurriendo ahora”, dice Jacobson. En otras palabras, no podemos respirar tranquilos.