Con la crisis financiera en pleno apogeo, surge un renovado interés por sus ideas. El padrino de la teoría del caos evoca una vida de turbulencias.  

 

He tenido una vida rica en experiencias. El negocio de mi padre en Polonia quebró durante la Gran Depresión. Después de marcharnos a vivir a París, tuvimos que volver a mudarnos cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, y nos establecimos en una zona recóndita de Francia. Tuvimos mucha suerte, pero es probable que no sea una casualidad que empezara a interesarme por el estudio de las turbulencias y de los riesgos, muy presentes en mi vida. Casi al final de la guerra, llegó la hora de mis exámenes universitarios. Como nos mudábamos constantemente no había podido prepararlos. Sin embargo, me presenté y quedé el primero de mi clase en matemáticas. ¿Que cómo lo conseguí? La verdad es que hice trampas. No había estudiado ninguna de las fórmulas del examen pero tenía conocimientos de geometría que me ayudaron en las respuestas.

He estudiado una gran variedad de materias en mi carrera, y mi trabajo ha influido en numerosos campos. En realidad no hay nada que vincule la evolución del Nilo, la metalurgia y el comportamiento de los precios salvo porque yo disponía de las herramientas matemáticas para explicarlos. Tengo amigos que hacen alpinismo que, después de leer mi obra, ya no miran las montañas de la misma manera.

Cuando comencé a estudiar los precios, era una cuestión sobre la que los matemáticos no estaban trabajando. Por pura casualidad, me encontré con un conjunto de datos sobre variaciones de precios presentados en una conferencia y me di cuenta de que se comportaban de la misma manera que los modelos geométricos que estaba estudiando. Durante varias décadas no se prestó demasiada atención a mis primeros trabajos sobre los precios. Hoy en día cuentan con mucha más aceptación, sobre todo desde que se desencadenó la crisis. La mayoría de los economistas, cuando construyen modelos sobre el comportamiento de los mercados, tienden a barrer bajo la alfombra las fluctuaciones importantes y dan por sentado que son anomalías. Lo que he descubierto es que las subidas y bajadas acusadas de los precios son, en realidad, inevitables. Lo que se lee en la mayoría de manuales de teoría económica casi no guarda similitud con lo que se observa en la realidad

Ahora soy un hombre mayor. Cuando los estudiantes se encuentran conmigo, algunas veces se sorprenden de verme vivito y coleando. Han leído sobre mí en libros donde mi nombre aparece junto al de Isaac Newton, así que dan por sentado que debo de haber vivido más o menos en la misma época que él.

 

Benoît Mandelbrot, inventor de la geometría fractal, es profesor Sterling emérito de Ciencias Matemáticas en la Universidad de Yale.