Cuando Jacqueline Novogratz viajó por primera vez a África, en 1986, fue por negocios: el serio negocio de compartir su know-how empresarial con los pobres. Ahora, la fundadora de Acumen Fund, una firma de capital riesgo sin ánimo de lucro que opera en países en desarrollo, cuenta a FP por qué salió al extranjero por primera vez y por qué es hora de terminar con la cultura de la donación.

  • Chase Manhattan me había ofrecido una oportunidad que yo había rechazado alegremente y con mucha arrogancia porque me iba a África para cambiar el mundo. Un directivo me dijo: “¿África? ¿De verdad? Ésta puede ser una oportunidad de las que sólo aparecen una vez en la vida”. Sus palabras me transmitieron lo que estaba en juego. No podía imaginarme volver allí y decirle: ‘Usted tenía razón y yo he fracasado”.

  • Mi primer recuerdo de Nairobi es la sensación que me produjo el aire. Las jacarandas habían florecido. Recuerdo pasear por un parque bajo aquella lluvia de flores violeta pálido y púrpura y pensar: “Me va a encantar esto”.

  • Cuando fundé Acumen Fund, todos los mensajes que recibía eran desalentadores. Iba a las instituciones financieras y su gente me decía: “Suena ambiguo; suena sucio”. En los sectores de las fundaciones y la ayuda, me decían: “Va a ganar dinero a costa de los pobres”. La verdadera lección es que, si no hay un montón de gente que te dice que estás loco, es que no estás en el buen camino.

  • Me gustaría que Acumen fuera recordada por ayudar a la gente a imaginar un mundo fuera de la pobreza. Tenemos que dejar de pensar: “Oh, pobre gente, tenemos que ayudarles a salir de la pobreza” y empezar a pensar: “¿Se imagina cómo sería el mundo si pudiéramos liberar la energía de todos nosotros para contribuir a mejorarlo?”.

 

Jacqueline Novogratz es fundadora y consejera delegada de Acumen Fund, y autora de The Blue Sweater.