Manifestación en París durante COP21. (Alain Jocard/AFP/Getty Images)
Manifestación en París durante COP21. (Alain Jocard/AFP/Getty Images)

A pesar de la importancia de las energías limpias, el sector está creciendo por debajo de las expectativas. La Unión Europea y España dentro del marco de esta tienen que impulsar el uso de las renovables.

La Unión Europea se ha planteado como objetivos para 2030 reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 40%, aumentar la eficiencia energética un 20% y que las energías renovables alcancen el 27%. En este escenario de apuesta por una economía más limpia, eficiente y a largo plazo sostenible, es imprescindible que las energías renovables tengan el papel que les toca en el siglo XXI. Ese no es otro que ser protagonistas, no solas, pero sí con un peso importante en el sistema energético europeo. La Estrategia energética de la Unión Europea ha marcado como prioridades la seguridad en el abastecimiento, la competitividad y la sostenibilidad. Tres ejes en los que las renovables son fundamentales.

Las renovables son imprescindibles en el siglo actual y no son un invento nuevo, sino que permiten aprovechar lo que la naturaleza ofrece. No hacerlo sería malgastar recursos y, en el caso concreto de España, condenar al país a la eterna dependencia del exterior. Un país sin uranio, ni gas a buen precio necesita aprovechar lo que tiene: mucho sol, agua, viento, mareas, árboles. No seríamos hombres de nuestro siglo si seguimos quemando carbón como en el siglo XIX o haciendo centrales nucleares y térmicas como en el XX. Es indispensable que en la mezcla energética estén presentes todas y cada una de ellas en la proporción que le toca para su tiempo.

En este contexto, llama la atención que la legislación más reciente en España ponga trabas y empañe más el sector de las renovables, al tiempo que se presume de transparencia y ventanilla única. El consumidor final y las pymes se enfrentan a un sinfín de papeleo y a una inseguridad jurídica que no hacen sino dificultar que las energías renovables tengan el papel que merecen. Y más si a esto se suma el llamado ‘impuesto al sol’ o ‘peaje solidario’ que tienen que pagar los pequeños productores y de autoconsumo. Un dato muy significativo es que en 2015 no se instaló ni un solo megavatio eólico en España, mientras en el resto de la Unión Europea no paran de crecer, con 12.800 MW instalados en 2015 y un total de 142.000 MW que cubren el 11,4% de la electricidad que necesita la UE. En China, se instalaron sólo el año pasado 30.000 MW, más que todo lo que tiene España. Algo no se está haciendo bien.

Es especialmente preocupante el papel de los periodistas y que el público entienda la importancia de lo que consume y compra, en este caso la energía. Los periodistas son mensajeros en los que los ciudadanos confían, o deberían, para poder tomar decisiones de compra. De ahí la importancia de que las informaciones que se dan sean veraces y contrastadas y no estén manipuladas por los lobbys. Dar información veraz y rigurosa es un reto diario, contrastar es un deber, porque es un derecho constitucional recogido en el artículo 20.1.d: el derecho a “comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”.

A la llamada era de la información en la que vivimos actualmente, le falta la preposición ‘sobre’, es la era de la sobreinformación. Parece que con Internet todo se puede saber. Sin embargo, nunca ha sido más difícil conseguir desentrañar de entre toda la literatura que hay lo que es de verdad noticia. Llegan a diario cientos de correos electrónicos, se publican decenas de informes, miles de datos que sólo sirven para despistar. Y, precisamente, la labor del periodista es quitar lo superfluo y encontrar lo que de verdad está pasando y afectar como consumidores.

Las trabas actuales al trabajo de los periodistas no son sólo la sobreinformación, sino también la dificultad a la hora de llegar a las fuentes. El periodista ha pasado de trabajar en la calle a hacerlo en la oficina o en casa. Se pierde el contacto con las fuentes, que es la principal herramienta de información, para hacer un periodismo de datos y de oficina. Hay que volver a preguntar, a salir a la calle, a ir a ruedas de prensa. Las comparecencias por plasma, las ruedas de prensa sin preguntas o los comunicados sin posibilidad de coger un teléfono y preguntar, merman el derecho constitucional de tener información veraz.

El interés de la sociedad por las renovables es creciente y, a pesar de las trabas puestas en España, son noticias que siguen interesando. La energía es algo que hay que consumir y uno de los grandes debates es la posibilidad de que el consumidor elija la energía que quiera, de ahí la importancia de que cuente con una información veraz.

El periodista es imprescindible en la sociedad actual, en el mundo energético la información es necesaria para tomar decisiones de compra. De la misma forma, las energías renovables son indispensables en la sociedad del siglo XXI. El hombre las aprovecha desde que se puso a caminar y hoy tenemos la suerte de la que tecnología permite que se usen en casa, en el coche, en la industria. No las desaprovechemos.