Mujeres esperan el autobús en Nueva Delhi ante una cortina de contaminación (PRAKASH SINGH/AFP/Getty Images)
Mujeres esperan el autobús en Nueva Delhi ante una cortina de contaminación (PRAKASH SINGH/AFP/Getty Images)

El país se resiste a combatir el cambio climático y apuesta por el crecimiento industrial.

Narendra Modi, el nuevo primer ministro indio, puede felicitarse por los resultados de sus medidas radicales para impulsar el crecimiento de la producción industrial de su país. Las cifras del mes de noviembre mostraron que la producción procedente de minas y fábricas había aumentado un 3,8% frente al mismo mes del año anterior. No tanto, en cambio, por la supresión de normas destinadas a la protección medioambiental en un país altamente contaminado. La reciente prohibición de la entrada en el país de la activista de Greenpeace, Priya Pillai, según informa el diario Business Standard, con su correspondiente visado de negocios en norma demuestra lo polémico del asunto.

Nada más acceder al poder a mediados de mayo de 2014 Modi, líder del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP) y antiguo gobernador de la región industrial de Gujarat, cambió el índice de contaminación para que las zonas industriales pudieran seguir ampliándola sin cortapisas gubernamentales. Los dueños de las industrias se habían quejado en muchas ocasiones por la enorme cantidad de normas y documentación requerida para la producción que llevaba en muchas ocasiones a la corrupción en las diferentes regiones y estados del país, lo que en India es conocido como red tape. Pero la supresión de muchas normativas en defensa del medio ambiente va a dejar vía libre para una contaminación masiva en un país que sufre ya gravemente las consecuencias de la polución.

Un alto comité recientemente formado y encargado de corregir las existentes leyes medioambientales en India publicó el pasado noviembre unas recomendaciones para suprimir todos los niveles de inspección medioambiental gubernamental para dejar en manos de los empresarios una publicación voluntaria de la polución que sus proyectos vayan a generar. Si antes los proyectos requerían de cinco a siete aprobaciones gubernamentales con esta nueva normativa irían directos a la acción sin restricción alguna. Estos cambios regulatorios van a afectar sobre todo a la producción de las pequeñas minas de carbón que ahora sólo necesitarán pedir en una ocasión la posibilidad de apertura, los residuos de las compañías de la industria química que afectan gravemente a los ríos, sus riberas y la pesca y la protección de bosques.

La comunidad empresarial esperaba la llegada de Modi al poder con los brazos abiertos. Durante los doce años que fue gobernador de Gujarat la economía en el estado indio creció a un ritmo del 10% anual y se convirtió en un imán para las inversiones. El nuevo primer ministro tiene una reputación de favorecer a los empresarios y de actuar con determinación. El Banco Mundial, por su parte, predijo en su publicación Global Economic Prospects el pasado 13 de enero que India adelantaría a China en 2017 como la economía de mayor crecimiento mundial con un aumento del 7% del PIB frente al 6,9% de China.

Esta posición del Gobierno de Modi a favor del crecimiento económico a toda costa choca con el reciente acuerdo alcanzado entre Washington y Pekín para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. India es el tercer emisor mundial de estos gases tras China y Estados Unidos. Los dos países asiáticos comparten el mismo problema, que es lo que le ha motivado a actuar a China, y es que los combustibles fósiles que causan el cambio climático también producen contaminación aérea local. Dicha polución es la más peligrosa para la salud humana y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha señalado que las ciudades indias y chinas suspenden en el test de niveles aceptables de contaminación aérea, con los índices locales reconociendo que se sobrepasa el límite en la mitad de sus urbes. La OMS señaló en su informe que la calidad del aire en Nueva Delhi es la peor del mundo y que la media de la concentración anual de sus pequeñas partículas contaminantes es tres veces superior a la de Pekín.

Un estudio reciente de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos indica que la polución aérea acorta la esperanza de vida y, de este modo, también afecta al crecimiento económico que los países en desarrollo tanto necesitan. Los ciudadanos chinos se manifiestan con frecuencia con respecto a este asunto hasta el punto de que el primer ministro chino, Li Keqiang, ha llamado a una “guerra contra la polución”. Según un estudio del Instituto de Políticas Energéticas de la Universidad de Chicago si los 660 millones de indios que sufren una polución aérea superior a los niveles establecidos pudieran vivir en un ambiente menos contaminado vivirían una media de 3,2 años más y con menos problemas respiratorios y de salud.

“La prioridad del Gobierno es que la gente tenga suficiente y se le está concediendo poca importancia a la sostenibilidad. El desarrollo tiene que ser holístico y no puede depender en exclusiva de las ganancias inmediatas. El daño medioambiental es reactivo y seguro que va a tener consecuencias en las futuras generaciones”, señala Arun Krishnamurthy de la ONG Environmentalist Foundation of India. “La consciencia sobre la polución del aire es mínima entre los ciudadanos indios, a pesar del impacto tan negativo que puede tener sobre nuestra salud. Mientras que la gente no demande un aire y un agua limpios los gobernantes no van a hacer nada con respecto a ello”, continúa Krishnamurthy en sus respuestas a esglobal.

Estas nuevas medidas adoptadas por el Gobierno de India también van a contracorriente de la dirección alcanzada durante la Cumbre Mundial del Clima en Lima el pasado diciembre. En dicha conferencia, a pesar de no haberse obtenido la reducción obligatoria de las emisiones de gases de efecto invernadero, al menos los 196 países participantes se comprometieron a reducirlos de forma cuantificable a lo largo de 2015 y sustituir el, ya inservible, Protocolo de Kyoto de 2005 en la próxima Cumbre de París. El Protocolo de Kyoto es más que insuficiente para que no se produzca un aumento de más de 2ºC de temperaturas globales en 2050 y, de este modo, evitar las consecuencias catastróficas previstas por la ciencia con lo que supondría un clima más cálido, con menos agua y con una mayor frecuencia de eventos meteorológicos extremos.

En la Cumbre de Lima ha habido un reconocimiento global de que el cambio climático es responsabilidad tanto de los países desarrollados como de los que se encuentran en desarrollo, aunque se demande un apoyo financiero de los primeros a los segundos. India no debería hacer caso omiso de este importante reconocimiento global.