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En general, todo el mundo piensa que India y Pakistán, envueltos en una confrontación permanente por todo tipo de razones, desde el disputado territorio de Cachemira hasta los atentados terroristas de 2008 en Bombay, con docenas de misiles nucleares apuntados uno contra otro, tardarán mucho tiempo en alcanzar un acuerdo de paz permanente. Sin embargo, este año, los vecinos eternamente enfrentados lograron dar por fin varios pasos positivos que no tuvieron nada que ver con fronteras, armas nucleares ni terrorismo. En otras palabras, tal vez ambas partes están dándose cuenta de que la tensión política es mala para los negocios.

La actividad económica entre los dos enemigos encarnizados ha sido siempre mínima, por desgracia. Hasta ahora. En 2009, India realizaba con Pakistán solo el 1% de sus transacciones comerciales, y Pakistán con India, solo el 1,7% de las suyas. En sus 2.900 kilómetros de su frontera, solo hay abierto un puesto aduanero. Pero las cosas están cambiando. El comercio entre los dos países se multiplicó por nueve entre 2004 y 2011, hasta llegar a 2.700 millones de dólares (unos 2.100 millones de euros), y seguramente crecerá todavía más tras la firma de varios acuerdos comerciales fundamentales el pasado mes de septiembre.

Como parte de dichos acuerdos, Islamabad aceptó eliminar gradualmente su lista negativa, cientos de artículos que está prohibido comprar a India, en teoría por motivos de seguridad. Nueva Delhi, por su parte, prometió reducir los aranceles sobre productos paquistaníes. Por ejemplo, a partir de ahora, los indios podrán beber cerveza Murree por primera vez desde la Partición. (Sí, Pakistán, un país de mayoría musulmana, posee una fábrica de cerveza propia).

Con todo, tal vez el mayor impulso esté aún por llegar. Los dos enemigos históricos acordaron también abrir un puesto fronterizo clave en el paso entre Attari y Wagah, e Islamabad va a conceder a India la condición de país “más favorecido” antes de que acabe el año, lo cual significa que deberá tener el mismo trato que otros Estados en política comercial. Nueva Delhi dio otro gran paso al relajar sus requisitos para que los viajeros paquistaníes obtengan el visado. (En 2009, India emitió menos de 52.000 visados a paquistaníes, un número que se espera que aumente de forma espectacular con esta nueva medida). En conjunto, calcula un grupo empresarial indio, los cambios permitirán que el comercio bilateral crezca hasta los 8.000 millones de dólares en los dos próximos años.

En octubre, el Departamento de Estado estadounidense manifestó su esperanza en que el deshielo pueda llevar a avances en asuntos como Cachemira. Y quizá lo haga. Mientras tanto, Washington, que mantiene unos aranceles altísimos sobre el algodón paquistaní pese a las protestas que emite Islamabad desde hace años, debería tomar nota de lo que está haciendo India para mejorar las relaciones con su aliado más problemático.