Se estima que más de un millón de personas ha tenido que abandonar sus hogares en Irak desde el mes de enero. Solo en la última semana de junio, el campo de refugiados de Garmawa ha acogido a 172 familias. Un flujo constante de desplazados internos que ha huido hacia el Kurdistán iraquí en busca de un refugio tras la nueva oleada de violencia.

Cuando llegan allí, los desafíos a los que se tiene que hacer frente son innumerables: asistencia legal, el acceso a alimentos y agua o el mantenimiento de la salubridad del campo de refugiados son solo algunos de ellos.