El país árabe acude a las urnas por quinta vez tras el derrocamiento de Sadam Husein, en esta ocasión para celebrar sus terceras legislativas. Superar el sectarismo, integrar a los suníes en el sistema político y hacerse totalmente cargo de la seguridad del país en pleno repunte de la violencia son algunos de los retos del futuro Gobierno. Aunque queda mucho por hacer, gran parte de los logros obtenidos se van consolidando poco a poco.
LOS CANDIDATOS MÁS FUERTES
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Irak tiene cita con las urnas este domingo bajo un clima de reavivación de atentados desde el verano pasado. El repunte de ataques que está teniendo lugar hay que entenderlo dentro de una coyuntura muy concreta, la proximidad de las elecciones parlamentarias y su intento por boicotearlas, y no tanto como una reactivación definitiva de la insurgencia. También en los períodos electorales de 2005 y 2009 se produjo un incremento de los atentados, situación que se estabilizó tras las convocatorias. Estos comicios deberían ser una excusa para continuar integrando a los suníes en las estructuras de Gobierno y en las fuerzas de seguridad del país.
La trayectoria de Irak en los últimos años muestra una progresiva mejora. Los ataques ya no son tan frecuentes ni sistemáticos desde la muerte de Abú Musab Al Zarqaui en 2006 y desde que los estadounidenses acertaran en lanzar una estrategia de división de la insurgencia suní a partir de mediados de 2005. El progreso empieza a ser efectivo desde 2007, año en el que las cifras de muertos comienzan a disminuir de forma significativa y esa tendencia se mantiene en años posteriores: 2007 tuvo un balance de 24.535 bajas, en 2008 descendieron a 9.226 y en 2009 a 4.249.
¿Cuál es el panorama general de las elecciones? Se han descalificado a 500 candidatos por afiliación baazista, al haberse detectado algunas manipulaciones en el censo en Kirkuk, y existen preocupaciones en torno a las garantías del voto de los que están fuera del país. Los partidos kurdos concurren divididos, de lo que el primer ministro, Nuri al Maliki, podría arañar algún voto por haber integrado a líderes kurdos en sus listas. Por otro lado, la descalificación de baazista podría beneficiar a la Alianza Nacional Iraquí (ANI), que se perfila como segunda fuerza. Esta formación está compuesta por islamistas chiíes –incluida la controvertida formación de Múqtada al Sáder, un híbrido de partido y milicia– y solo incluye a suníes de la zona de Anbar. En el caso de que ANI quedara en primer lugar, se especula que podría formar alianza de gobierno con Al Maliki tras las elecciones. Sin embargo, es probable que el actual primer ministro impusiera la salida de Al Sáder para llevar a cabo esa posible coalición de gobierno.
Los partidos de las milicias no llegan a alcanzar ni una décima parte de los asientos en la cámara de representantes, en especial desde las provinciales de 2009, lo que confirma la falta de apoyo popular hacia los grupos armados y, por otro lado, su corto recorrido en cuanto al futuro que les espera.
No va a haber una clara mayoría debido a la fuerte fragmentación política. Concurren hasta un total de 306 entidades políticas (de las que 251 van en coalición) para ocupar los 325 escaños en la Cámara de Representantes. Va a resultar muy complicado formar una mayoría y serán necesarios meses para alcanzar un acuerdo de gobierno entre toda esa maraña de partidos. La competición electoral está centrándose en los aspectos seculares y religiosos más que en las tensiones provinciales, étnicas o religiosas.
Las grandes asignaturas que tendrá que afrontar el nuevo Gobierno iraquí que emane de las urnas serán los disputas etno-sectarias, las territoriales (entre las regiones kurdas y el Estado central, junto con el estatus final de Kirkuk) y culminar la integración de las milicias en el sistema político y en las fuerzas iraquíes, que ya estarían en condiciones de hacerse cargo por sí mismas de la seguridad del país. La coordinación entre las diferentes ramas del Estado de Derecho ya funciona. Irak podrá manejarse de forma autónoma tras la retirada estadounidense, que empezará a ser efectiva tras las elecciones.
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