Miembros iraníes de la milicia basij (Behrouz Mehri/AFP/Getty Images)
Miembros iraníes de la milicia basij (Behrouz Mehri/AFP/Getty Images)

A pesar de haberlo negado -ahora ya no-, el régimen de los ayatolás ha participado de manera activa en los conflictos de la región. Pero, ¿por qué esa ambigüedad y cambio de discurso?

La mayoría de los iraníes han visto la guerra que explotó en Siria hace mucho más de tres año, como algo lejano. Más allá de la solidaridad con los muertos y con quienes habían tenido que huir de sus casas, muchos la interpretaban como un nuevo evento regional en el que los estadounidenses y sus aliados regionales estaban involucrados. Los que sí sentían las consecuencias con mayor cercanía eran el sector religioso y más tradicional de la sociedad que tenía a Siria, y en especial al mausoleo de Zayyida Zeinab, la única nieta del profeta Mahoma especialmente adorada por los chiíes, como uno de sus principales destinos de peregrinaje. Más allá de eso, nada.

Las noticias que llegaban a Irán de nacionales involucrados en aquel conflicto eran mínimas y solían morir rápidamente. En ocasiones, incluso desaparecían de la Red horas después de haber sido publicadas. Algunos analistas locales especializados en el tema aseguran que: “el secretismo siempre ha sido parte de la estrategia, como hicieron en su momento en Irak –debido al papel iraní en los años de la invasión estadounidense-”.

Esta negación continuó incluso cuando varias televisiones internacionales – en Irán se vio a través de BBC farsi- transmitieron una serie de imágenes recogidas por un cámara iraní que viajaba con un grupo de combatientes persas. Aquel material, que fue capturado por un grupo de rebeldes cuando el cámara murió durante un enfrentamiento, mostraba a un grupo de combatientes iraníes en la región de Alepo y hacía énfasis en un veterano comandante de los Guardias Revolucionarios que hablaba tranquilamente de su participación en la guerra.

“A los guardianes de la revolución les gusta hablar de su participación, pero a los políticos no. No quieren legitimar estas acciones ante los otros”, explicó meses después el ex embajador de Irán en Siria y asesor en materia internacional del Parlamento iraní, Hussein Sheikholeslam, que especificaba que de todas maneras el apoyo que se daba a Damasco era básicamente “cerebral”. En aquella conversación también confirmaba que algunos ex combatientes de la guerra contra Irak y otras agrupaciones chiíes iraquíes se habían ofrecido como voluntarios para defender los lugares sagrados en Siria. “Nosotros los ayudamos a llegar hasta allí”, aseguró.

Una de las razones para mantener este perfil bajo, explicaba el diplomático, era la dificultad para justificar la muerte de iraníes ante la población. La participación en Siria tiene motivos netamente políticos y no religiosos. Los iraníes han asegurado desde el comienzo que su relación con Siria no tiene nada que ver con que el régimen de los Assad sea alauí, una escisión del chiísmo, sino que es debido a otros factores como el apoyo que dio a Irán durante la guerra contra Irak y a que es parte del movimiento de la resistencia.

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