El país delimita sus fronteras geográficas. ¿Se aislará, aún más, en la región con esta postura defensiva?
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MAHMUD KHALED/AFP/Getty Images |
Un soldado egipcio hace guardia en la frontera con Israel. |
Durante décadas la estabilidad de las fronteras geográficas ha constituido el parámetro esencial en las relaciones entre los Estados de Oriente Medio. Pero al igual que ocurre en otros ámbitos, las revueltas de los países árabes han puesto en cuestión este paradigma geopolítico. Como consecuencia del debilitamiento del poder central y de los instrumentos tradicionales de seguridad de los Estados, han aparecido retos inéditos a los que la disuasión militar convencional no proporciona una respuesta adecuada.
En este sentido, la llamada primavera árabe está teniendo una especial incidencia sobre las, hasta el momento, tranquilas fronteras israelíes. En una situación inédita desde la Guerra de Yom Kippur, todos y cada uno de los límites de separación de Israel con sus vecinos –Líbano, Siria, Jordania, Egipto y también Palestina– viven una situación de creciente inestabilidad. Como respuesta, la estrategia defensiva del país hebreo está dirigida a minimizar la amenaza mediante la construcción de barreras inteligentes a lo largo de todas sus fronteras exteriores.
En el norte, los 80 kilómetros de la divisoria con el Líbano se encuentran fortificados con alambradas y sensores electrónicos. La valla original, construida en 1970, ha sido mejorada repetidamente como consecuencia de las décadas de violencia en la zona. En 2006, milicianos de Hezbolá se infiltraron en Israel y secuestraron a dos de sus soldados, lo que provocó la incursión en suelo libanés de las Fuerzas de Defensa israelíes. Desde entonces, y ante la atenta mirada de los observadores de Naciones Unidas, la situación ha permanecido relativamente tranquila. El pasado año, Israel reforzó la sección de la valla que separa la ciudad israelí de Metulla y la libanesa de Kila, con objeto de mejorar la protección contra los francotiradores. Sin embargo, el riesgo de una extensión de la violencia desde la vecina Siria constituye un importante elemento de inquietud.
Al noreste, la situación es más peligrosa. El pasado 6 de marzo, opositores al régimen sirio secuestraron a 21 militares filipinos pertenecientes a la Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS), encargada de vigilar, desde 1974, la zona desmilitarizada que separa a Israel de Siria en los Altos del Golán. Aunque días después los cascos azules fueron liberados, el secuestro ha puesto de manifiesto la degradación de la seguridad de la frontera entre los dos países. El Golán se había mantenido ajeno a los avatares de la guerra siria desde que, en marzo de 2011, los soldados israelíes abriesen fuego contra manifestantes palestinos que intentaban cruzar la frontera. Sin embargo, al igual que en otros lugares, el régimen de Assad está retirando sus fuerzas de la zona con el fin de reforzar sus posiciones en las principales ciudades que todavía ...
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