Los desafíos internos y externos a los que se enfrenta el sucesor de Matteo Renzi, Paolo Gentiloni.

El nuevo Primer Ministro italiano, Paolo Gentiloni, dijo en su discurso de aceptación: “soy consciente de la urgencia de dar a Italia un gobierno en plenitud de poderes, para dar seguridad a los ciudadanos y afrontar con el máximo empeño y determinación las prioridades internacionales, economías y sociales, comenzando por la reconstrucción de las zonas golpeadas por el terremoto”. En efecto, Gentiloni tendrá que enfrentarse a importantes retos tanto internos como externos.
En cuanto a política doméstica, el desafío más importante es el saneamiento del sector bancario, que tiene concedidos en este momento 360.000 millones de euros en créditos morosos, de los que 160.000 están calificados directamente de cobro imposible. En ese sentido, el primer asunto a resolver es el que concierne a la tercera entidad del país, el Monte dei Paschi di Siena, que se encuentra en riesgo de quiebra y podría ser el primero en recibir la ayuda del Estado. Este saneamiento, junto con el del resto del sistema financiero, va a generar un enorme malestar social y será necesaria mucha mano izquierda por parte de Gentiloni que, eso sí, sabe que tiene en Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, a su mejor aliado.
La cuestión es cómo se va a realizar este saneamiento, en otras palabras, quien tendrá que pagarlo (accionistas, bonistas, contribuyentes…). En el caso del Monte dei Paschi di Siena, no sería de extrañar que este, como hizo Bankia en España en mayo de 2012, directamente solicitara su nacionalización, ya que el Estado italiano puede ofrecer a los potenciales inversores unas garantías que otros no pueden dar. El problema está en qué hacer con el resto de entidades, ya que el problema es sistémico (afecta a la casi totalidad de bancos y cajas de ahorros). Así, existen dos vías fundamentales: el rescate según el esquema clásico (conocido como bail-out) o que el Gobierno exija uniones bancarias en las que no habría más remedio que asumir pérdidas tanto por parte de accionistas como de bonistas, al tiempo que habrá que pedir a los contribuyentes italianos un esfuerzo para este saneamiento. En ese sentido, el principal problema de Italia, a diferencia de España, es que tiene ya una descomunal deuda pública (equivalente al 133% de su PIB, frente al 70% que tenía España en 2012). En comparación con el país vecino, la única ventaja con la que cuenta Italia es que tiene a varios italianos en los principales puestos de las instituciones financieras europeas, más allá del propio Draghi.
Este tema financiero conecta con el otro gran problema interno que va a haber, y es el orden social. Con dos partidos dedicados a la agitación callejera (el Movimiento Cinque Stelle y la Liga Norte, uno de extrema izquierda y otro de extrema derecha), no resulta de extrañar que Gentiloni haya designado ...
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