Miembros de la Marina de Autodefensa de Japón. (Soe Than WIN/AFP/Getty Images)
Miembros de la Marina de Autodefensa de Japón. (Soe Than WIN/AFP/Getty Images)

Más armas, mayor blindaje a la política de seguridad. Aumentan las aspiraciones de Tokio en la región Asia- Pacífico.

Por un momento, observemos la situación de Asia-Pacífico: en los próximos años esta área de mundo -que cuenta con un mayor protagonismo en los asuntos globales- representará el 25% del mercado de unidades militares navales del mundo, traducido en un montante total que se acerca a los 200.000 millones de dólares (unos 170.000 millones de euros). No olvidemos que las perspectivas del SIPRI para el año 2020 son que en Asia-Pacífico se concentre cerca del 30% del presupuesto global militar. Entre los países que optan a esta modernización y renovación, o más bien a un auténtico rearme en el área : Singapur, Filipinas, Corea del Sur, Taiwán, Japón, China, Vietnam y también India que viene desarrollando en estos últimos años un plan expansivo de gasto en defensa, ya cuenta con un submarino nuclear. Un ejemplo de este sorprendente rearme en el área es el caso de Corea del Sur quien confirmó en agosto de 2013 que incorporará entre 2020 y 2030 hasta nueve submarinos de 3.000 toneladas a su armada, un buque de clase Dokdo para el año 2019 y otros dos portaaviones ligeros de 30.000 toneladas que llegarán entre 2028 y 2036. La verdad es que las posibilidades de negocio son extraordinarias, pero, ¿y las consecuencias a medio y largo plazo para la estabilidad de la región?

Dentro de esta especie de transformación de fondo en las políticas de defensa y seguridad nacional, que evidencian una auténtica carrera armamentística, Japón ha decidido este año -cuyo presupuesto anual entra en vigor en el mes de abril- contar en la partida presupuestaria de defensa con cerca de unos 36.000 millones de euros, un 3,5% del presupuesto total nipón. Se destina entre otras cosas, a la adquisición de nuevos cazas, aviones de reconocimiento, aeronaves de alerta temprana, drones de reconocimiento o vehículos anfibios. También para comprar terrenos en el archipiélago de Amami (sur del país), desplegar personal de sus Fuerzas de Auto Defensa (Ejército) y para que comience a operar una unidad de vigilancia costera en Yonaguni, en la sureña prefectura de Okinawa.

Puede resultar un dato que observado de forma aislada no indique absolutamente nada, pero no hay que olvidar que Japón se convierte en el octavo presupuesto militar del mundo ( la verdad que en menor cuantía frente al chino que ronda los 110.000 millones de euros), sin embargo ,y, dentro de la acción política del actual Gobierno del primer ministro Abe no desentona del todo. En este último año, en abril de 2014, suavizaron las restricciones para la venta de armamento japonés, algo que estaba vetado salvo a EE UU, junto a la revisión del artículo 9º de la Constitución japonesa que estipula “la renuncia a la guerra como medio de solución de los conflictos”. Artículo fruto de la nueva realidad que tuvo que asumir Japón como país perdedor de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, desde mediados de los 90 del siglo pasado, Tokio inquiere un cambio significativo dentro de su restringida realidad de seguridad estratégica, recordar que su Ejército ha participado, mayoritariamente, en misiones de paz y estabilización, y bien, es verdad, que ha sido uno de los países protagonista en el desarrollo de la idea de Seguridad Humana en los foros y organizaciones internacionales y en la extensión de una conciencia de la diplomacia muy alejada del conflicto.

Sin embargo, este movimiento estratégico nipón despierta recelos en sus vecinos, al fin y al cabo las heridas de la Segunda Guerra Mundial están todavía presentes en la zona. Aunque los recelos por la actitud nipona con sus crímenes de guerra del pasado queda mitigada por el aumento de la agresividad de la República Popular en el Mar del Sur de China. En este sentido se ha manifestado Filipinas, que ha dado la bienvenida a un posible rearme nipón como contrapeso a la, cada vez más activa, marina de guerra de Pekín. Japón, viene observando que su papel comienza a ser otro y, sobre todo, con el Gobierno pronacionalista del primer ministro Abe.

Asia-Pacífico alcanza a ser en estos momentos un área de primer orden en las preocupaciones de seguridad global, países como China, India son auténticas potencias emergentes, sin olvidar la sempiterna cuestión de la Península Coreana, la nueva acción rusa de Putin y como no, el cambio y pivot estratégico de EE UU y su famoso 40/60. Bien, la lucha por los recursos energéticos, los cada vez más serios enfrentamientos entre países, caso Vietnam y China, la polémica por el archipiélago Senkaku entre China y Japón, nos dan muestras del nuevo alcance de esta realidad. Por tanto, ya no estamos en un escenario tradicional de prevalencia entre grandes potencias sino más bien en una complicada área donde cada vez más actores desean tener un mayor protagonismo ante el nuevo concierto regional que se avecina en los próximos años.

Los movimientos en la nueva defensa nacional japonesa pasan por una mayor presencia en el archipiélago de Senkaku y en el reforzamiento de las unidades de defensa de Japón. Pero procurando un paso más, es posible que encontremos que a través de las pequeños acciones que genera el Gobierno japonés hay un sustancial cambio en el marco de seguridad y proyección estratégica del país, desde un escenario de seguridad emanado con la derrota en la Segunda Guerra Mundial, y que hoy día no tiene ningún sentido para las propias pretensiones niponas. No releguemos en ello, la aprobación de la nueva estrategia de seguridad nacional japonesa 2014.

Por tanto, deberemos estar atentos a la evolución de las relaciones entre China y Japón, donde los lazos económicos son esenciales pero las lealtades no, y el pasado terrible entre las dos naciones sigue estando presente junto a la cada vez mayor presencia china en el área. También, plantearnos si se producirá una alteración de los acuerdos de seguridad entre EE UU y Japón, y como no, el nacimiento de una nueva experiencia para su política de seguridad como es la posible participación en actuaciones directas de guerra. ¿Cómo definirá su participación?, ¿cómo conjugará su tradicional pacifismo frente a los nuevos desafíos en su vecindario más cercano?, ¿las inversiones en defensa nacional se orientan a una recuperación de su olvidada presencia regional o más bien buscan adecuarse a los sustanciales cambios estratégicos y de seguridad de comienzos del siglo XXI?, ¿su realidad económica nacional será capaz de asumir el empuje en gastos de defensa? Comienza el Libro I del Heike Monogatori con la siguiente reflexión: “…Como el sueño de una noche de primavera, así de fugaz es el poder del orgulloso. Como el polvo que dispersa el viento, así los fuertes desaparecen de la faz de la tierra”. Seguiremos leyendo con atención el libro Heike Monogatori para comprender el futuro de Japón.