
Los países empobrecidos son los más afectados por las consecuencias del cambio climático y llevan años solicitando un compromiso de los Estados del norte para compensar y abordar las pérdidas y daños en las comunidades del sur global. ¿Será posible conseguirlo?
El clima como base de la vida, como derecho
El clima mueve la vida, sus ciclos dependen de él, sus elementos conformantes evolucionan con las temperaturas y con las precipitaciones. El clima conduce también a nuestras sociedades, las marca una forma de hacer y entender, caracteriza la cultura e influye determinantemente en la economía.
Podríamos considerar pues a la atmósfera como un bien natural esencial para el correcto desarrollo de los otros elementos conformantes de la naturaleza y de nuestras sociedades. En esta lógica, en tanto que los bienes naturales (que devienen en recursos) son comunes, son generadores de derechos. Así, por tanto, tenemos derecho al agua (como refrendó Naciones Unidas en 2010), pero también al disfrute de la biodiversidad y de los servicios que nos proporciona. A un aire limpio y un medioambiente sano y sostenible y a que no haya un cambio climático que limite nuestra vida. Sin embargo, una vez emitidos, los gases efecto invernadero se distribuyen por toda la atmósfera y afectan e impactan de manera desproporcionada a los países empobrecidos más vulnerables en un contexto histórico de colonialismo, extractivismo y acaparamiento de recursos naturales y materias primas en el sur global. En tanto existe este Derecho, también existe la demanda de su cumplimiento pues todo Derecho apunta a la justicia como resultado de la acción de aquel. La justicia climática busca visibilizar las desigualdades y que los países ricos causantes mayoritarios del cambio climático, reconozcan su deuda con el sur global.
Emisiones, justicia climática y desigualdades
Existe una realidad contrastada, sobre todo en estos últimos años del Antropoceno y la degradación ambiental que conlleva, y es la estrecha relación entre déficits o alteraciones ecosistémicas y modificaciones en la estructura socioeconómica de la sociedad; es decir, entre los desequilibrios ecológicos y climáticos y las desigualdades sociales y económicas.
El cambio climático incide de una doble manera en ello generando dos vías de desigualdades y por tanto de injusticias.
Por una parte, podría decirse que son las grandes corporaciones energéticas las causantes más importantes del cambio climático, pero las más beneficiadas económicamente (100 empresas emiten el 71% de gases). Se genera un evidente desequilibrio con el resto de la población que debe soportar las consecuencias del mismo.
Pero además, se da otra situación injusta pues las emisiones per cápita de los distintos países son muy desiguales. El 10% de la población que más CO2 ha emitido (causante del calentamiento global) es responsable del 40% de las emisiones globales. El 50% que menos ...
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