Sin futuro: jóvenes del barrio de Bab El Ued de Argel, en marzo de 2005.
Sin futuro: jóvenes del
barrio de Bab El Ued de Argel, en marzo de 2005.

Hoy, los jóvenes están más cualificados que nunca, pero
el mercado de trabajo de muchos países no puede ofrecerles un empleo.
Aunque son los más capacitados para adaptarse a los cambios, hay una
gran parte de ellos que corre el peligro de quedarse al margen de una economía
cada vez más globalizada.

"Hay 88 millones de jóvenes sin trabajo en el mundo", según
el Informe sobre la juventud mundial 2005 publicado por la ONU. La globalización
está cambiando sustancialmente el mercado laboral. En la actualidad,
las nuevas tecnologías están sustituyendo al trabajo manual y,
además, las empresas, para ser más competitivas, buscan mano
de obra barata a toda costa. Ante estas nuevas circunstancias, el sistema educativo
se ha quedado obsoleto y no se adapta a las necesidades laborales.

El problema es realmente preocupante cuando se echa un vistazo a aquellas
regiones que no se están beneficiando de los aspectos positivos de la
mundialización. Éste es el caso de Asia occidental y el norte
de África, con una tasa de desempleo juvenil del 25,6%, y del África
subsahariana, con un 21%. Estos datos contrastan con el paro del 13,4% y 7%
de las economías industrializadas y Asia oriental, respectivamente.

Que las nuevas generaciones se sientan frustradas puede tener efectos muy
peligrosos. No es nada raro que "los conflictos armados ofrezcan a los
jóvenes un medio de obtener ingresos cuando no hay oportunidades reales
de un trabajo digno", afirma el informe. Además, la enorme exposición
a los medios de comunicación ha aumentado el consumismo de la juventud
a escala mundial. ¿Qué pasará cuando no puedan satisfacer
esas expectativas de bienestar material? El rechazo y el malestar podrían
desembocar a la larga en criminalidad y conflicto social.

"El 45% de la población juvenil mundial vive con menos de dos
euros al día", según la ONU. Por este motivo, millones
de jóvenes intentan emigrar a los países ricos por vías
ilegales. Aunque son el motor del mañana, hoy no les queda otro remedio
que jugarse la vida cruzando muros y vallas con el fin de huir de esa pobreza
que les impide ser el futuro.

Sin futuro: jóvenes del barrio de Bab El Ued de Argel, en marzo de 2005.
Sin futuro: jóvenes del
barrio de Bab El Ued de Argel, en marzo de 2005.

Hoy, los jóvenes están más cualificados que nunca, pero
el mercado de trabajo de muchos países no puede ofrecerles un empleo.
Aunque son los más capacitados para adaptarse a los cambios, hay una
gran parte de ellos que corre el peligro de quedarse al margen de una economía
cada vez más globalizada.

"Hay 88 millones de jóvenes sin trabajo en el mundo", según
el Informe sobre la juventud mundial 2005 publicado por la ONU. La globalización
está cambiando sustancialmente el mercado laboral. En la actualidad,
las nuevas tecnologías están sustituyendo al trabajo manual y,
además, las empresas, para ser más competitivas, buscan mano
de obra barata a toda costa. Ante estas nuevas circunstancias, el sistema educativo
se ha quedado obsoleto y no se adapta a las necesidades laborales.

El problema es realmente preocupante cuando se echa un vistazo a aquellas
regiones que no se están beneficiando de los aspectos positivos de la
mundialización. Éste es el caso de Asia occidental y el norte
de África, con una tasa de desempleo juvenil del 25,6%, y del África
subsahariana, con un 21%. Estos datos contrastan con el paro del 13,4% y 7%
de las economías industrializadas y Asia oriental, respectivamente.

Que las nuevas generaciones se sientan frustradas puede tener efectos muy
peligrosos. No es nada raro que "los conflictos armados ofrezcan a los
jóvenes un medio de obtener ingresos cuando no hay oportunidades reales
de un trabajo digno", afirma el informe. Además, la enorme exposición
a los medios de comunicación ha aumentado el consumismo de la juventud
a escala mundial. ¿Qué pasará cuando no puedan satisfacer
esas expectativas de bienestar material? El rechazo y el malestar podrían
desembocar a la larga en criminalidad y conflicto social.

"El 45% de la población juvenil mundial vive con menos de dos
euros al día", según la ONU. Por este motivo, millones
de jóvenes intentan emigrar a los países ricos por vías
ilegales. Aunque son el motor del mañana, hoy no les queda otro remedio
que jugarse la vida cruzando muros y vallas con el fin de huir de esa pobreza
que les impide ser el futuro.