
En el pasado hubo planes de convertir Kaliningrado en un Hong Kong ruso. Ahora el enclave es el gran perjudicado por la reiniciada carrera armamentista. La empobrecida región puede encontrar su identidad convirtiéndose en punto de encuentro. La clave está en fomentar el turismo.
En respuesta al anuncio de Estados Unidos de establecer una red antimisiles, Rusia decidió instalar baterías móviles de misiles intercontinentales Iskander en Kaliningrado, susceptibles de ser dotados de cabezas nucleares. En la base de Baltiisk, único puerto libre de hielo durante todo el año y con motivo del Día de la Armada, Vladímir Putin aprobó los cambios en la Doctrina Militar para reforzar el estatus como potencia marítima; así como el plan de rearme integral de las Fuerzas Armadas presupuestado hasta 2020. Esfuerzos debidos a la ampliación de la OTAN y sus tropas de reacción rápida.
Por doquier se encienden las alarmas. La nueva vuelta de tuerca en el conflicto de Ucrania tiene un efecto especialmente grave en la atrasada región de Kaliningrado, el territorio ruso más occidental. La antigua “Prusia del Noreste” tiene una superficie de apenas 15.100 kilómetros. Situada en la costa báltica, sin conexión terrestre con la metrópoli, es un enclave en la Unión Europea entre Lituania y Polonia.
A mediados de los 90 se establecieron zonas económicas especiales. Después Putin encabezó diversas iniciativas para superar el aislamiento de la región. Una corrupción rampante dificultaba la implementación y las mafias y el contrabando eran otro problema. Los negocios que mejor funcionaban: explotación sexual y tráfico de drogas.
El objetivo era convertir Kaliningrado en una ventana a Occidente; un Hong Kong ruso. Algo se consiguió pues hasta el año pasado el enclave estaba entre las 10 regiones rusas que registraron mayor crecimiento. Mas en última instancia todos esos sueños han quedado rotos por la crisis de Ucrania. Según el Banco Central Ruso la inversión extranjera directa en la provincia se redujo en 2014 en un 41,4%; la deuda creció un 11%.
La decisión de los ministros de Exteriores de la UE de mantener las sanciones hasta enero de 2016 fue contestada por el Kremlin con la prohibición de importar productos europeos como fruta y verdura. Con la intención de castigar a los países europeos exportadores de agroalimentarios. No obstante, el efecto es nefasto para los habitantes del enclave que dependen para su supervivencia tanto de la metrópoli como de los Estados vecinos.
No todo es culpa de la tensión política con la Unión, sino consecuencia de la crisis de la disfuncional economía del país: absoluta dependencia de los hidrocarburos e impacto de la ralentización de la economía china. Los precios se han disparado. La población de este óblast o entidad territorial de casi un millón de habitantes – ya acostumbrada a la carestía por la situación apartada y con precios más elevados que en Moscú –sufre enormes dificultades. Y los salarios en Kaliningrado son más bajos que la media rusa.
Todos recuerdan la pesadilla de ...
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