¿Por qué el país centroasiático está sumido en la violencia?

 












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Días después de que estallara la violencia en el sur de Kirguizistán, el sitiado Gobierno interino del país no es todavía capaz de controlar la actual lucha entre los grupos kirguizos y uzbekos en las provincias de Osh y Jalalabad. Al menos 187 personas han muerto y miles han resultado heridas durante los disturbios. Según los medios de comunicación rusos, hasta 75.000 refugiados han comenzado a cruzar la frontera uzbeka. Las ONG locales creen que la cifra real podría ser mucho más alta. Escaso de efectivos, equipamiento, combustible y dispositivos fiables de comunicación, el Ejército kirguizo ha estado mal preparado para sofocar la violencia. El nuevo Ejecutivo, que tomó el poder en un violento alzamiento hace sólo tres meses, se ha visto sobrepasado e hizo un llamamiento a Rusia durante el fin de semana para que le proporcionara apoyo militar. No obstante, Moscú ha declinado la petición, declarando la violencia como un problema interno del país vecino.

Aunque esta violencia ha captado la atención del mundo, los observadores externos no parecen estar seguros de por qué ha estallado de repente y las contradictorias explicaciones ofrecidas por los participantes no han contribuido precisamente a aclarar las cosas. Los funcionarios locales dicen que los disturbios estallaron al difundirse la noticia de una pelea entre jóvenes clientes en un casino de Osh. Los grupos de jóvenes kirguizos que patrullan las calles de Osh y Jalalabad culpan a los uzbekos de comenzar los enfrentamientos como parte de una conspiración del vecino Uzbekistán para hacerse con el control de la región.

Añadiendo más incertidumbre a la mezcla, el Gobierno provisional kirguizo ha acusado al depuesto presidente Kurmanbek Bakíev -que deriva gran parte de sus apoyos de los kirguizos del sur- de instigar los disturbios desde la distancia como modo de alterar el  referéndum constitucional planeado para el 27 de junio. El referéndum habría dado a los nuevos líderes del país los pilares para establecer su legitimidad.

Los oficiales del Ejército kirguizo afirman que los agentes de Bakíev han enviado francotiradores mercenarios bien entrenados a Osh y Jalalabad que dispararon indiscriminadamente a los residentes locales para extender el caos. Aunque no es sorprendente que el nuevo Ejecutivo intente adjudicarle la culpa a su predecesor, existen pruebas convincentes que sugieren que los disturbios pueden haber estado cuidadosamente organizados. Estos incluyen los intentos por parte de grupos armados no identificados de hacerse con el control de canales de televisión, universidades y edificios del gobierno local durante los enfrentamientos, unos objetivos inverosímiles para una turba que estuviera motivada estrictamente por rencores étnicos.

Parece lógico pensar que la región del sur del país debería ser un polvorín para las confrontaciones. Los uzbekos son la mayor minoría étnica de Kirguizistán tras los rusos, llegando a formar más del 13% de la población. En Osh y Jalalabad, sin embargo, los uzbekos constituyen ...