
- Capital in the twenty–first century
Thomas Piketty
685 págs., The Belknap Press of Harvard University Press,
2014 (en inglés)
Thomas Piketty está sobre la mesa y su libro, Capital in the Twenty–First Century, ha situado la desigualdad en lo más alto de la agenda política. Los popes de la izquierda, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, lo han recibido como un punto definitivo de inflexión , mientras que los economistas conservadores no han tardado ni siquiera unas semanas en montar un devastador ataque contra las conclusiones que esgrime su colega parisino. ¿Pero qué es lo que afirma realmente Piketty y cuáles son las mayores críticas que está recibiendo su obra?
Esto es lo que defiende Piketty
Capital in the Twenty-First Century se apoya en un simple argumento: los dos motores que impulsan la desigualdad son mucho más fuertes que los otros dos que favorecen la igualdad y, por eso mismo, estamos reviviendo una polarización social tan extrema como la de los años veinte del siglo pasado. Si el Estado y la comunidad internacional no intervienen redistribuyendo la riqueza, advierte el autor, nos espera probablemente una fuerte inestabilidad política que debilitará nuestras democracias.
Para Piketty, los dos motores que animan esa polarización son, primero, la existencia de unos rendimientos del capital superiores a los del trabajo (los que poseen inmuebles y activos financieros ganan más que aquellos que disponen solo de sus salarios) y, segundo, las enormes diferencias entre los ingresos de los trabajadores más demandados como altos directivos de multinacionales o grandes emprendedores de éxito y los del resto de la gente.
El panorama es desolador para el economista francés y pone como ejemplo a Estados Unidos, donde, según él, el 10% más rico ha controlado entre el 45% y el 50% de la renta nacional desde 1980 hasta 2000, algo que no ocurría desde los años veinte del siglo pasado. Además, asegura que las cosas van a ir a peor si se cumplen las predicciones y el crecimiento económico sigue por debajo del rendimiento del capital, que es, por ejemplo, lo que ha ocurrido en España en los últimos dos años, en los que el IBEX 35 se revalorizaba más de un 40% mientras la economía arrojaba cifras negativas y se destruían millones de puestos de trabajo.
Frente a esas dos fuerzas de desigualdad emergen otras dos de tendencia contraria. La primera es la enorme difusión del conocimiento e inversión en habilidades productivas y la segunda es el origen generacional de buena parte de la desigualdad (los trabajadores veteranos cobran, lógicamente, más), algo que la convertiría sólo en un mal pasajero.
Piketty recuerda que para que esos conocimientos y habilidades productivas se conviertan en motores de igualdad los salarios de los más talentosos tienen que crecer más rápido que los rendimientos del capital o ...
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