Trabajadores decoran la plaza de la Independencia con banderas en Kiev, agosto de 2015. Sergei Supinsky/AFP/Getty Images
Trabajadores decoran la plaza de la Independencia con banderas en Kiev, agosto de 2015. Sergei Supinsky/AFP/Getty Images

El Gobierno reformista de Ucrania está logrando resultados. Pero distintos intereses creados bloquean muchas transformaciones clave y la corrupción sigue siendo un problema importante. Mijaíl Saakashvili, el controvertido gobernador de Odesa, está dividiendo a los reformistas en Kiev.

La coalición proreforma y pro Unión Europea de Ucrania ha hecho verdaderos progresos desde que llegó al poder hace casi un año. La actual calma en los combates en el Donbass hace que sea más fácil para el Ejecutivo trabajar en las reformas. Y también contribuye la ligera mejoría en las noticias económicas: el Gobierno ha llegado a un acuerdo con sus acreedores para el rescalonamiento de la deuda, mientras que la economía puede dejar pronto de contraerse.

Pero los obstáculos para la reforma siguen siendo enormes, como quedó patente durante un reciente viaje a Kiev que incluyó la conferencia de Estrategia Europea de Yalta (YES, en sus siglas en inglés, es un evento anual que ya no puede celebrarse en Yalta, ocupada por Rusia). Los problemas incluyen la corrupción, la erosión del apoyo de la opinión pública a los reformistas, la debilidad política del Gobierno y el carácter excesivamente centralizado del Estado ucranio. Y ahora también las ambiciones de Mijaíl Saakashvili –anteriormente presidente de Georgia, y actualmente gobernador de la región ucrania de Odesa– amenazan con desestabilizar el sistema político.

La coalición gobernante, que incluye a los partidos tanto del Presidente, Petro Poroshenko, como del Primer Ministro, Arseni Yatseniuk, cuenta con diversos logros en su haber. Una nueva policía ha comenzado a patrullar en cuatro grandes ciudades y aparentemente no tiene problemas de corrupción. Los mercados energéticos se han liberalizado y el precio del gas está subiendo (aunque Naftogaz, el monopolio estatal de gas, aún necesita reformas y una privatización). La hinchada administración pública perdió el 20% de su personal el año pasado y perderá una proporción similar este año. Después de mucha demora, se ha creado una oficina de lucha contra la corrupción –aunque no puede empezar a trabajar hasta que se nombre un fiscal especial anticorrupción–. El sector bancario ha sido reformado, y un tercio de los bancos del país están en liquidación. Las milicias privadas están siendo integradas en las Fuerzas Armadas oficiales.

Pero existe una enorme resistencia al cambio. Como explicó Saakashvili en la conferencia YES, en paralelo al Gobierno oficial hay un gobierno en la sombra, compuesto por oligarcas y por los funcionarios y diputados que estos controlan, que obstaculiza las reformas. Los ministerios clave ahora están limpios en su parte más alta, pero no en los escalones inferiores. Muchos jueces, fiscales, responsables de empresas estatales, funcionarios de aduanas y políticos son corruptos.

Los reformadores más apasionados del Ejecutivo aseguran que la corrupción es el problema número uno de Ucrania. Se quejan de que tanto el Presidente como el Primer Ministro son demasiado prudentes a la hora de enfrentarse a los intereses creados y argumentan que, a menos que ...