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Activistas del Comité para la Defensa de la Democracia (KOD) durante un simulacro de elecciones en Polonia que han sido pospuestas por no poder garantizar que fueran transparentes y democráticas. (Artur Widak/NurPhoto via Getty Images)

¿Qué países han celebrado elecciones durante la pandemia del coronavirus y qué medios han utilizado? ¿Qué Estados son los que celebrarán comicios próximamente y cómo los van a afrontar?  

Quizá no se acuerden, pero, antes de que Trump empezara a proponer la actuación del Ejército contra los ciudadanos estadounidenses que están protestando por la brutalidad policial contra los afroamericanos, se había dedicado a despotricar contra otra cosa mucho más prosaica: el voto por correo. ¿Por qué? Porque, para mantener a los electores a salvo de la COVID19 cuando acudan a las urnas, el 3 de noviembre, los demócratas han propuesto que se utilice más el voto por correo. A Trump, que gobierna todo el tiempo como candidato más que como presidente, le preocupa que el voto por correo puede aumentar la participación y disminuir sus posibilidades de reelección. No hay muchas pruebas de que el voto por correo favorezca especialmente a los demócratas y, desde luego, ninguna de fraude, cosa que también afirmó en Twitter cuando, por fin, la empresa se decidió a contrastar dos de sus tuits.

Pero Estados Unidos no es el único país que está debatiéndose sobre cómo celebrar elecciones este año, y el voto por correo no es la única solución, en absoluto. Los países preocupados por que sus ciudadanos puedan votar con seguridad se han puesto a estudiar una gran variedad de soluciones. Algunos han optado por aplazar los comicios, a veces con el fin de ganar tiempo para pensar las cosas, y otros han decidido seguir adelante, pero con medidas de protección. El voto por correo es una más de las varias ideas propuestas y, excepto en Polonia, no despierta especial controversia en ninguna parte.

 

Aplazar las votaciones

Según un estudio del International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA), por lo menos 64 países y territorios han aplazado elecciones generales y regionales que estaban previstas entre febrero y junio de 2020. Entre ellas, las autonómicas del País Vasco y Galicia, la segunda vuelta de las municipales en Francia y las locales en Hessen y Sajonia, en Alemania, entre otras muchas.

Por alguna razón, ese aplazamiento parece menos peligroso para la democracia local que nacional, pero también hay muchas elecciones nacionales y presidenciales que se han aplazado. Entre otros países en Serbia, Eslovaquia, Etiopía, la República Dominicana y Bolivia. Asimismo, Chile pospuso un referéndum nacional sobre si elaborar o no una nueva Constitución, el motivo principal de las protestas que han recorrido el país desde octubre de 2019. La consulta estaba prevista para el 26 de abril y se ha aplazado al 25 de octubre, después de que 15 partidos políticos lograran un acuerdo al respecto. Este dato es importante: aplazar unos comicios puede ser una solución si no se politiza y los partidos pueden ponerse de acuerdo en función de lo que más conviene a la democracia y a la salud de los ciudadanos.

El aplazamiento de las elecciones plantea interrogantes sobre la legitimidad de las democracias, en las que las consultas ciudadanas tienen un papel fundamental. Sin embargo, un documento de trabajo de IDEA destaca que celebrar elecciones durante una crisis como una pandemia también puede debilitar la legitimidad. Si los votantes no tienen garantizadas unas condiciones seguras, pueden no acudir a votar. Es lo que sucedió con la primera vuelta de las municipales en Francia, y lo que obligó a posponer la segunda vuelta. Además, celebrar unos comicios durante una pandemia puede afectar al debate político, porque restringe las posibilidades de hacer campaña, los encuentros entre candidatos y otras actividades que ayudan a los ciudadanos a conocer a los aspirantes. Y el debate político puede acabar dominado por la pandemia y excluir casi por completo otros temas importantes. Existen dudas sobre el carácter constitucional de un aplazamiento, pero la mayoría de las constituciones tienen cláusulas que prevén un caso así.

 

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Un ciudadano deposita su voto para las elecciones locales en Brisbane, Australia, durante la crisis de la COVID19. (Jono Searle/Getty Images)

Establecer las máximas medidas de seguridad para el voto presencial

Todos sabemos que Corea del Sur sufrió muy pronto el contagio del coronavirus y que destaca por haber abordado el problema de forma rápida y eficaz. También es el modelo de cómo celebrar unas elecciones durante la pandemia. Las autoridades no pensaron nunca en aplazar sus elecciones legislativas del 15 de abril, sino en hacerlas en las condiciones más seguras posibles para los miembros de las mesas electorales y los votantes. Lo primero que hicieron fue desinfectar cuidadosamente los colegios y colocar marcas en el suelo para que la gente hiciera cola con una distancia mínima de un metro entre una persona y otra. A medida que llegaban los votantes, se les tomaba la temperatura y cualquiera con más de 37,5 debía salir de la fila e ir a votar a una zona aparte. A los que superaban la toma de temperatura se les daba gel hidroalcohólico y guantes para las manos antes de coger las papeletas y al marcharse debían tirar los guantes a la papelera.

Esto fue solo el comienzo. Alrededor de 60.000 surcoreanos estaban en cuarentena, y se les dieron dos opciones: votar por correo o en unos colegios y unos momentos dispuestos especialmente para ellos, aunque les pidieron que no tomaran el transporte público para acudir. Por último, se tomó la prudente decisión de dar un margen de dos días para ir a votar por adelantado, con el fin de disminuir las colas y el apelotonamiento, y funcionó: casi el 40% de la participación total se produjo en esos dos días. Y lo más impresionante de todo es que esa participación total fue del 66%, la más alta desde hacía 20 años.

En otros sitios también ha habido innovaciones. Surinam instauró un colegio electoral móvil en el Zorghotel de Paramaribo y organizó transportes para que unas 200 personas que estaban en cuarentena pudieran votar en las elecciones nacionales del 25 de mayo. El país está acostumbrado a tomar las huellas dactilares como medida contra el fraude, pero, en lugar de meter el dedo en tinta, los miembros de las mesas electorales lo empapaban con un bastoncillo. No era una elección cualquiera: los votantes tenían la oportunidad de acabar con el poder del presidente Desi Bouters, condenado por ordenar el asesinato de sus adversarios políticos. El 4 de junio, las autoridades electorales anunciaron los resultados preliminares, según los cuales ganó la oposición, formada por una coalición de cuatro partidos.

En las elecciones legislativas del 2 de marzo en Israel, se proporcionaron mesas electorales separadas para las 5.500 personas que estaban sometidas a aislamiento domiciliario preventivo después de volver del extranjero precisamente para votar. Se instalaron cortinas de plástico entre las mesas y se equipó a los miembros de las mesas de equipos de protección. Guinea celebró elecciones legislativas el 22 de marzo. Además de limpiar los colegios electorales, se pidió a los votantes que se lavaran las manos en casa antes y después de votar, y no se permitió que hubiera más de 20 personas en una misma sala durante el recuento.

Muchos países están planeando ahora próximas elecciones, conscientes de que la COVID19 probablemente va a acompañarnos al menos durante un año más. Nueva Zelanda celebrará elecciones generales el 19 de septiembre, y su comisión electoral está estudiando soluciones alternativas para que puedan votar los electores imposibilitados de ir en persona a hacerlo. Entre otras ideas, se ha pensado en proporcionar papeletas digitales para votar por Internet, como hacen ya con los ciudadanos que viven en el extranjero; ampliar el voto por adelantado dos días más; aumentar un servicio de voto al dictado por teléfono, que ya existe para las personas ciegas, con ceguera parcial o con una discapacidad física; e incrementar el número de mesas electorales móviles. También se está estudiando el voto por correo y el voto mediante representante, que no están contemplados en la legislación actual. Ha habido algunas quejas de los partidos de la oposición por el hecho de que se ha informado antes a los partidos del gobierno sobre las fechas del voto por adelantado.

 

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Miembros de las mesas hacen recuento de los votos por correo recibidos tras las elecciones de Baviera, Alemania. (Sven Hoppe/picture alliance via Getty Images)

Voto por correo

Francia celebrará la segunda vuelta de las elecciones municipales el 28 de junio. Se exigirá a los votantes que vayan a los colegios electorales con mascarilla, lleven su propio bolígrafo y manejen ellos mismos su documento de identidad. También habrá la posibilidad de votar mediante representante. En cambio, el voto por correo es objeto de polémica. Aunque se utiliza para los franceses que viven en el extranjero, su uso por parte del resto de la población está prohibido desde 1975. Algunos comentaristas han pedido que se aumente su uso en estas elecciones, pero otros han dicho que un mes no es plazo suficiente para que los votantes se acostumbren a un sistema nuevo.

En Estados Unidos, votar por correo o en ausencia no es ninguna novedad. Once estados ofrecen la opción a cualquiera que no pueda acudir al colegio electoral o esté de viaje ese día, y otros 34 no piden ninguna disculpa especial para votar en ausencia. Es decir, de los 50 estados, 45 ya ofrecen cierta forma de voto por correo. Los electores que viven en el extranjero lo hacen así desde los 70.

Yo he votado por correo en California en prácticamente todas las elecciones desde los 90, en parte porque las papeletas son tan largas que es mucho más fácil rellenarlas en casa y enviarlas que hacer cola para votar sobre unos 20 o 30 cargos políticos y varios referendos. La costumbre se ha politizado en tiempos recientes porque los republicanos creen que aumenta la participación y tienen miedo de que eso favorezca a los demócratas. Pero, aunque es cierto que una mayor participación suele favorecerlos, no hay realmente pruebas de que el voto por correo también lo haga.

España también ha ofrecido la posibilidad del voto por correo, pero exige ir en persona a la oficina de correos y hacer la inevitable cola para los que votan desde España, pero están censados en una región distinta a la que viven. Y, para los que viven en el extranjero, el proceso es tan largo y complicado que solo pueden seguirlo, en la práctica, los que residen fuera muy a largo plazo.

Como hemos visto, el voto por correo o en ausencia suele estar entre las opciones estudiadas, con y sin COVID19, y se utiliza cada vez más. También hay ejemplos de elecciones que se celebran exclusivamente por correo. Lo hacen cinco estados estadounidenses —Colorado, Hawái, Oregón, Washington y Utah—, y otros permiten que lo decida cada condado. También se hace en algunas elecciones locales en el Reino Unido. El 29 de marzo, Baviera, en Alemania, celebró la segunda vuelta de sus elecciones locales exclusivamente por correo.

Polonia tenía previsto elegir a su presidente el 10 de mayo, pero, el día 6, la Comisión Electoral Nacional anunció que se aplazaban los comicios hasta el 28 de junio. El presidente polaco actual es quizá un aliado de Trump y había presionado para que se mantuviera la fecha de las elecciones y se celebraran por correo. Pero hubo una fuerte reacción porque el país no estaba preparado en absoluto para administrar unos comicios exclusivamente postales; nueve antiguos presidentes y primeros ministros llamaron a un boicot de las elecciones porque serían anticonstitucionales y no garantizarían la confidencialidad del voto. Al final, la votación del 28 de junio se hará por el procedimiento tradicional, en persona, con la posibilidad de votar por correo si se solicita.

Con el tiempo necesario para prepararse, un amplio acuerdo entre los partidos políticos y el aprovechamiento de las mejores tradiciones de todo el mundo, no existen motivos para que la COVID19 perturbe la democracia.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia