• Caijing,
    vol. 196, nº 21, 15 de octubre, 2007, Pekín (China)

"Ansias por la reforma". No es precisamente el titular que se puede esperar de la directora de una publicación china. Pero ése fue el editorial de Hu Shuli para el número de octubre de Caijing. En su artículo, escrito justo antes del congreso del Partido Comunista, la periodista argumenta que el Imperio del Centro necesita cambios democráticos, y los necesita ya. La publicación deja en manos de los lectores concretar lo que debería hacer la dirección del PCCh, pero el simple hecho de que una cabecera de gran alcance acepte de forma abierta la democracia, significa mucho en la China de hoy.

Aunque inusual para la mayoría de los medios del gigante asiático, el audaz editorial de Hu no sorprendió a los lectores de la revista. Caijing, una amalgama entre Forbes, Fortune y Business Week, pero con un tono sensacionalista que resulta difícil de clasificar, es la publicación financiera más leída. Cuenta con una tirada de 100.000 ejemplares y se centra en combatir el capitalismo amiguista extendido en el mundo de los negocios chino. En ocasiones, incluso se arriesga a enfrentarse al Gobierno, como cuando informó en profundidad sobre la epidemia de gripe aviar en 2002. Debido al aumento de las restricciones en la prensa, Caijing es, en muchas ocasiones, el único medio que trata los asuntos importantes que aparecen en los titulares del resto del mundo. Sólo ella mencionó a Jiang Yanyong, el médico que acusó a las autoridades comunistas de haber mentido sobre la expansión de la gripe aviar. En junio de 2005 hizo pública la situación de Zhang Enzhao, el ex presidente del Banco de Construcciones, que, misteriosamente, había dimitido de su cargo un mes antes y a quien estaban investigando por corrupción. El hecho de que esa historia saliera a la luz supuso una revelación para la prensa del país asiático: la presentación de una demanda del caso en Estados Unidos confirmó que Zhang estaba metido en problemas.

El afán de Caijing por investigar ha favorecido el rápido cambio que se ha producido en el país. En 2001, publicó que Yinguanxia, la segunda empresa más importante de la Bolsa, había falseado, en cientos de millones, la información sobre sus beneficios. A pesar de que algunos cargos del Gobierno quisieron censurar el artículo, Caijing utilizó una portada falsa para engañarlos y que pensaran que habían publicado otro texto. Una vez que se dio a conocer la historia, el Partido Comunista cambió de idea y pensó que debería empezar a controlar a ciertas empresas; incluso creó leyes para regular la Bolsa y adoptó una legislación sobre querellas colectivas. “Nos centramos en el papel de perro guardián con idea de exigir transparencia y defender el derecho a la información de los ciudadanos”, afirma Hu. “Nos gustaría vernos como pájaros carpinteros, picotean do a China, intentando proteger al país para que no caiga en la trampa del capitalismo amiguista”, añade.

La directora está respaldada. El editor de la revista es Wang Boeing, heredero de la aristocracia comunista china. Su padre, Wang Bingnan, fue viceministro de Exteriores y trabajó muy de cerca con el entonces primer ministro, Zhou Enlai. Wang tiene mucha confianza con varios altos funcionarios; algo muy útil cuando la publicación hace oídos sordos a la censura. Después de licenciarse en la Universidad de Derecho de Columbia (EE UU), Wang volvió a China en 1989 con el deseo de fundar el primer mercado de valores del país. Lo consiguió por duplicado: en Schenzhen y Shanghai. Una vez alcanzado su objetivo, fundó una empresa de comunicación que denominó SEEC y comenzó a publicar revistas. En 2003, consiguió que su negocio cotizara en la Bolsa de Hong Kong, convirtiéndose en la primera empresa de comunicación china que contaba con acciones en el extranjero. Gracias a este éxito financiero, Caijing puede presumir de tener el mayor presupuesto editorial por periodista, por lo que sus trabajadores disfrutan de numerosas fuentes y tiempo para investigar en profundidad: la marca distintiva de la casa.

En gran parte, ha aumentado la variedad y calidad de los temas que se tratan en la prensa y la radio del país. Algunos asuntos sociales como el sexo prematrimonial, la homosexualidad, el sida, la violencia de género, la corrupción, la venta ilegal de terrenos por parte de los funcionarios del Partido Comunista, que en el pasado eran temas tabúes, ahora pueden tratarse con franqueza.

En el editorial de octubre, Hu se dirigía a la élite política y económica, para quienes la idea de la reforma democrática ha perdido fuerza, ya que tiene miedo de que les quiten los beneficios que han conseguido estos últimos años. “Algunos argumentan que el hecho de dar un paso hacia el cambio supondrá un desequilibrio”, sostenía.

Pero, ¿hay alguien escuchando en el Partido Central? Creo que no. Puede que Caijing haya contribuido a impulsar una revolución informativa en China, pero aún queda un largo camino para la revolución política. Hasta la fecha, Caijing se ha librado del destino habitual y cruel de los periódicos chinos: una puerta cerrada con candado y una imprenta silenciada. Pero también tiene que contenerse. Escribir sobre las protestas de Tiananmen está prohibido, al igual que hacerlo sobre las prácticas de la secta Falun Gong. Durante la epidemia de gripe aviar, la revista se deshizo de una gran investigación sobre lo mal que manejó la situación el responsable de la provincia de Guangdong cuando surgieron los primeros brotes en noviembre de 2002. En un país con un gran número de ambiciosos periodistas y con un espíritu informativo centrado en publicar artículos banales para hacer dinero, puede que Caijing sea un pájaro raro, pero un pájaro cuyo destino es vivir enjaulado.