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Indios que apoyan al partido nacionalismo hindú Bharatiya Janata Party y esperan la llegada del Primer Ministro Narendra Modi, 2019. SAM PANTHAKY/AFP/Getty Images

Un ensayo que permite entender desde dentro el nacionalismo hindú y sus guerras culturales contra el secularismo dominante en la India poscolonial.

Awakening Bharat Mata: The Political Beliefs of the Indian Right

Swapan Dasgupta

Penguin Random House India, 2019

En India está sucediendo algo que también pasa en el resto del mundo: un político que intelectuales y diarios internacionales nos han dicho que es peligroso y dañino gana, contra pronóstico, una y otra vez las elecciones. Desde la lejanía nos preguntamos: ¿Cómo puede suceder eso? ¿Cómo presuntos racistas y populistas pueden tener tanto éxito entre sus poblaciones? ¿Por qué gana Rodrigo Duterte en Filipinas? ¿Por qué gana Viktor Orban en Hungría? ¿Por qué gana Narendra Modi? ¿Por qué gana Donald Trump en EE UU?

El triunfo del actual presidente estadounidense fue el que posiblemente generó más preguntas en el resto del mundo -y también en la propia sociedad de EE UU-. Los periodistas empezaron a preguntarse, después del cataclismo, quiénes eran los que había votado a Trump y cuáles eran sus motivos. Se dieron cuenta de que escuchar -en vez de escandalizarse- es la base para entender. De ese impulso salieron libros sobre las clases bajas blancas de Estados Unidos, o sobre las guerras culturales y las “políticas de identidad” que proliferaban en el país. Fueron obras que hicieron un esfuerzo para intentar entender este nuevo fenómeno desde dentro, sin por ello dejar la crítica o los propios valores de lado.

Es posible que algo similar haga falta sobre India, el primer ministro Modi y el nacionalismo hindú del BJP. No tanto de cara al público interno -los indios tienen una amplia, vibrante y polémica literatura política- sino de cara a los que, desde el exterior, nos preguntamos: ¿qué demonios está pasando en India?

El “qué demonios” de la anterior pregunta no creo que sea exagerado. Durante décadas la imagen que nos ha llegado de India era la de la “democracia más grande del mundo” y la de un enorme país con una gran tolerancia hacia las etnias y religiones que allí conviven. Pero, en los últimos años, con la llegada de Modi al poder, el panorama que nos llega -especialmente a través de la prensa internacional y de intelectuales de izquierda indios- es casi el opuesto: un gobierno del BJP que vira hacia el autoritarismo, un aumento de la represión a las minorías musulmanas y cristianas en favor de la mayoría hindú, y un desapego hacia el secularismo de Estado, esa cosmovisión política que habría hecho de India la democracia plural que es.

Pero, pese a esa peligrosa imagen que se describe, la mayoría de indios siguen votando a Modi. ¿Por qué? Quizás sería interesante hacer un ejercicio como el que se hizo con Trump: intentar entender los apoyos y el contexto del que sale este movimiento político. No tanto desde los libros críticos hacia Modi -que también se deberían leer: un buen ejemplo son los de Pankaj Mishra-, sino desde aquellos escritos por simpatizantes del nacionalismo hindú que intentan defender intelectualmente esta posición. Escuchar a esta nueva derecha india es necesario para poder entenderla plenamente. Por eso un libro como Awakening Bharat Mata, de Swapan Dasgupta, es una lectura necesaria para alguien que quiera llegar a esta comprensión profunda del fenómeno de Modi y del BJP.

La principal virtud del libro de Dasgupta es que establece unas características claras para definir el nacionalismo hindú, que nos sirven de marco para interpretar las noticias relacionadas que nos van llegando en el día a día. Los argumentos de la derecha india que Dasgupta expone pueden ser criticables, pero el autor los presenta de manera clara y comprensible, cosa que a veces no pasa en ensayos de este tipo. Quizás lo que puede criticarse más de esta obra es la estructura, dividida en dos partes. En primer lugar, tenemos el ensayo del propio Dasgupta, que analiza el nacionalismo hindú, sus orígenes y sus intelectuales y debates claves. Hasta aquí ninguna queja. La segunda parte, en cambio, es una colección de textos varios de figuras del nacionalismo hindú -o vinculadas-. Aquí es donde el libro flojea: por un lado, porque algunos de estos ensayos no están contextualizados, cosa que puede poner en apuros a un lector extranjero cuando trate de entender su importancia histórica; y, por el otro, porque varios de estos textos son prescindibles: podrían suprimirse y la imagen que el lector se llevaría no cambiaría demasiado.

Dejando de lado la crítica formal, ¿cuál es la idea principal de Awakening Barath Mata? Que en India, actualmente, existe una batalla entre dos modelos de entender el país. Por un lado, el secularismo del Partido del Congreso y, por el otro, el nacionalismo del BJP. El proceso que llevó a Modi al poder, apunta Dasgupta, tiene relación  con la pérdida de confianza que ha sufrido el Partido del Congreso, después de décadas de gestión poscolonial que no ha sabido resolver problemas claves del país. Algunos de estos conflictos son reconocidos por la mayoría del espectro político, como la tensa enemistad con Pakistán o el conflicto territorial de Cachemira, mientras que otros asuntos que el nacionalismo indio considera un “fracaso” son señalados por el secularismo como un “éxito”: la gestión de los derechos de las minorías frente a la mayoría hindú sería el gran ejemplo.

Dasgupta afirma que, en la recién nacida India poscolonial, se impuso -sin contar demasiado con la opinión de la mayoría- un “consenso” secularista de raíz occidentalizada, basado en una excesiva priorización de las minorías. A la vez, afirma, se desacreditaban las expresiones religiosas y la tradición del hinduismo mayoritario.

El gran arquitecto de este modelo fue Nehru, al que se ataca en varias ocasiones en el libro, desde una perspectiva que podríamos calificar como “populista”. Y es que se plantea el modelo secular de Nehru como impuesto por un pequeño grupo de élites occidentalizadas y socialistas, pero que vivían al margen de una mayoría de la sociedad que no se había apartado de su tradición y religión. El ascenso del nacionalismo hindú sería una respuesta “popular” ante estas élites que habrían conducido a India fuera de su curso “natural”. La mayoría, según este discurso, por fin tendría algo que decir en la India poscolonial.

¿Cómo se habría llegado a este giro nacionalista en la mentalidad de buena parte de la población? A través de las guerras culturales, un concepto que está de moda en Estados Unidos, pero que Dasgupta aplica al caso indio. A través de los ataques a los contenidos sobre historia de los libros de texto escolares, la reivindicación de monumentos simbólicos indios -o la destrucción de los homólogos musulmanes-, o la glorificación y apropiación de figuras míticas o históricas como Rama o Shivaji, la derecha india habría introducido polémicos debates que habrían hecho tambalear al consenso y mitos fundacionales de la India secular.

El nacionalismo hindú, en este sentido, mantiene una relación conflictiva con dos religiones que existen en India: el cristianismo y el islam, que considera credos extendidos en el país gracias al poder de las armas de los imperialismos británico y mogol. El caso de la religión musulmana es el más polémico: mientras que el discurso del secularismo indio defiende que de la invasión mogol nació una cultura más plural y rica, el nacionalismo hindú afirma que eso es blanquear la destrucción y debilitamiento del hinduismo que llevó a cabo este imperio islámico. La defensa de las minorías cristiana y musulmana -y la presunta marginación del hinduismo mayoritario-, en este sentido, es considerada por los nacionalistas como una continuación de los marcos mentales coloniales.

¿Y por qué este “continuismo” tendría que ser malo, si eso favorece a la convivencia y al buen desarrollo del país? Para muchos intelectuales de la derecha india, lo que estaría sacrificando esta dinámica es algo que India necesita para ser realmente una gran potencia: una idea fuerte y común de nación. Si la nación parte de las minorías y de un excesivo pluralismo -y no del poder de la mayoría hindú y de su tradición milenaria- ese gran objetivo es casi imposible, aseguran. Es interesante que Dasgupta, para reforzar este conservadurismo tradicional -y para defenderse de las acusaciones de “fascismo” que algunos críticos hacen a este movimiento-, compare los planteamientos de la derecha india con el de respetados intelectuales del conservadurismo occidental, como Roger Scruton, Irving Kristol o Edmund Burke.

Pese a estas comparaciones, los marcos en los que está peleando la derecha india son muy distintos a los de Occidente. El factor clave es la herencia colonial y la “reconstrucción” (o no) de una tradición que el nacionalismo indio afirma que fue cortada por los extranjeros. El objetivo de Modi es que, ahora, esta relación sea la opuesta: que India, de una vez por todas, sea la que influencie al mundo, y no al revés. La priorización de la política exterior por el actual Ejecutivo indio está estrechamente ligada con esta manera de ver el mundo, donde indianizas al resto o tú acabarás occidentalizado o islamizado.

En el fondo, buena parte del nacionalismo indio no es tan diferente a un “Make India Great Again”. Pero, a diferencia de Trump, Modi no sólo está mirando hacia dentro, sino también de cara a la nueva globalización que está gestándose en Eurasia.