¿Ha comprado castañas asadas en un puesto esta mañana? ¿Ha pagado para que le vigilen el coche en la calle? Puede que no se dé cuenta, pero usted participa en la economía sumergida a diario. Es la economía gris: bienes y servicios que no son ilegales, pero que no se declaran para evitar la legislación laboral. Una vez que estas transacciones por debajo de la mesa alcanzan el 30% del PIB, empiezan a competir con el mercado formal, amenazando la salud económica de un país.