Los efectos de la crisis se dejan sentir en los estudios de postgrado de esta disciplina.

 

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Desde que se lanzara el primer grado en Relaciones Internacionales en España en el curso 2009-2010, la oferta académica en este campo no ha hecho más que aumentar. Si en aquel momento fueron tres las universidades que lo incluyeron en sus programas, hoy son casi nueve repartidas entre Madrid, Barcelona y Bilbao. A ello se suma un amplio abanico de másteres, tanto oficiales como propios, tanto en centros públicos como privados, que trata de responder a una demanda que no deja de crecer de año en año.

Los estudios oficiales de Relaciones Internacionales en España se han ido desarrollando en el marco del cambio gradual que supuso la implantación en nuestro país del Proceso de Bolonia. Anteriormente, la oferta en este campo era casi inexistente, limitada –salvo excepciones– a los departamentos de Derecho Internacional de las facultades de Derecho o a los correspondientes de las de Ciencias Políticas.

La percepción desde el entorno universitario es que la crisis ha potenciado todo lo que lleve los apellidos de bilingüe o internacional. La conciencia de que las salidas profesionales se encuentran, en muchas ocasiones, fuera de España, parece estar propiciando e impulsando este renovado interés por el exterior. En ese sentido, un buen número de centros cuenta con programas que se desarrollan, en parte, en otros países, gracias a la colaboración con instituciones extranjeras.

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Una de las tendencias que se va consolidando –en especial, en los centros universitarios privados– es la posibilidad de obtener un doble grado en cinco años, a menudo combinando las RR II con Derecho, Administración y Dirección de Empresas, Periodismo o Traducción, entre otras disciplinas. Como se mencionaba anteriormente, la implantación del modelo Bolonia supone la introducción de un diseño de currículo más a la medida de los intereses de cada alumno dentro de unos parámetros generales de cada disciplina.

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Los centros públicos no suelen ofrecer la posibilidad de cursar todos los estudios, o al menos una gran parte de ellos, en inglés, una desventaja competitiva respecto a los centros privados. El número de centros privados no ha dejado de aumentar en la última década. Al mismo tiempo, sobre todo en los últimos años, la inversión en las universidades públicas ha disminuido considerablemente. Un dato que ha motivado que comience a hablarse con preocupación de un futuro sistema educativo universitario de al menos dos categorías, que distribuiría a los alumnos –incluida su futura inserción laboral– en función de su capacidad económica. Respecto a los Másteres, las universidades –tanto públicas como privadas– suelen destacar la posibilidad de que a los alumnos les sirva como vía para cursar a continuación estudios de doctorado, aunque la inversión en investigación académica ha sufrido importantes recortes.

La otra cara de la moneda es el impacto de la propia crisis en las economías familiares y en el efecto que tiene a la hora de cerrar las inscripciones de los alumnos. Muchos de ellos supeditan su decisión final a la hora de matricularse, sobre todo cuando se trata de estudios de postgrado, a la concesión de una beca. El sustancial descenso, en número y cuantía, de las becas universitarias –junto al  incremento de las tasas– impide ya a algunos alumnos completar los estudios de postgrado deseados. Un serio problema para muchos recién licenciados, que asumen la necesidad de contar con unos estudios complementarios a su licenciatura o su grado si quieren tener alguna oportunidad en el complicado mercado laboral español y también el mercado laboral europeo e internacional.