El traspaso de poder mundial se intuye complicado en un mundo que es llamado a ser multilateral

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El analista americano Randall Schweller describe la transición hacia un mundo multipolar como un proceso análogo a la entropía. La hegemonía americana, que nos entregó la globalización con todos su méritos y fallos, está en declive. El poder relativo americano –político, económico e incluso militar- se reduce. Estamos en una transición desde un mundo unipolar hacia un mundo multipolar. Es un proceso que la crisis global económica ha acelerado. Pero no es un camino sencillo o recto. Tampoco terminará donde pensamos.

Un compañero me comentó que seguimos quejándonos del conductor americano del autobús, sin enterarnos que bajó en la última parada. No hay ningún sucesor único que pueda coger la rueda: los demás pasajeros tendrán que negociar quiénes cogen la rueda, dónde y cómo, y hacia dónde dirigen el autobús. La hegemonía de EE UU ha aplicado las reglas que han gobernado las relaciones internacionales políticas y económicas. Estas reglas han sido occidentales, basadas en valores europeos y derivadas de la experiencia histórica del viejo continente. Como la hegemonía americana declina, estas reglas se fragmentan. Otros poderes ofrecen las suyas, basadas en sus propios valores y derivadas de su propia historia. Dado que ninguna fuerza tendrá el poder que tenía Estados Unidos para implementar sus reglas en la esfera global, se nos enfrenta un larguísimo proceso de negociación y conflicto.

El declive de esta hegemonía provoca también tensiones geopolíticas. Los participantes en zonas de conflicto han dependido de EE UU para mantener un cierto control de la situación. Dependen de ellos o bien como aliado fiable o bien como enemigo fiable. Como los participantes perciben el debilitamiento del compromiso americano, se ven obligados a ocuparse de su propia seguridad, cuyo resultados son posturas más agresivas y consecuencias no intencionadas. Se ve este proceso ya en Ucrania o en las tensiones entre China y sus vecinos en el Mar del Sur. De hecho, todo lo que el analista americano Spkyman llamaba “the Rimland”, la zona periférica del la vieja Unión Soviética, se va a desestabilizar debido a la retirada americana.

En el pasado, el declive de un actor preponderante y el ascenso de su sucesor normalmente se resolvió por un choque hegemónico. Con las armas nucleares, este nivel de guerra ya es imposible. EE UU pierde su hegemonía pero no hay ningún sucesor. Un grupo de Estados emergentes y heterogéneos a veces negocian, otras pelean, para crear nuevas instituciones y reglas de la gobernanza mundial, lo que resulta en un sistema internacional en estado de anarquía de bajo nivel. En las palabras de Schweller, la información tanto como el orden en el sistema internacional disminuyen pero la entropía, aumenta.