Una pesada carga: la inestabilidad perjudica a los más pobres

Si su salario fluctuase de forma impredecible de año en año, probablemente lo tendría difícil para planear su futuro. Ése es exactamente el problema que  sufren muchos países que reciben ayuda internacional. Cuando Bono da conciertos globales y organiza manifestaciones a favor de los que han sufrido alguna catástrofe,  la ayuda vive un año excepcional. Pero cuando las donaciones se agotan por  condiciones insatisfactorias o por la caída libre del dólar, el descenso de la asistencia oficial para el desarrollo es devastador  para los países pobres.

¿Cómo de dañina es esta situación? Un estudio reciente sobre la volatilidad  de la ayuda durante las pasadas cuatro décadas sostiene que las fluctuaciones han producido un impacto en los países en desarrollo, de mayor magnitud y  frecuencia que aquellos que experimentaron los países desarrollados  durante las dos guerras mundiales y la Gran Depresión, cuando el  PIB per cápita tuvo una caída del 15% o más. De  hecho, el estudio muestra que esta incertidumbre conduce a unas pérdidas globales del 15% al 20% de la  ayuda total enviada.

Las fuertes oscilaciones en  la asistencia a menudo conducen a dramáticos cambios en los gastos fiscales de los países pobres. En Kenia, la ayuda oficial para el desarrollo en el sector de la salud osciló de 91millones de dólares (unos 71  millones de euros) en 2000, a 17 millones en 2002, a 147 millones en 2005 y a 111 millones en 2006. Como resultado de estos vaivenes, se han cerrado hospitales y un gran número de doctores y de personal han sido despedidos.

Algunos donantes ricos son más culpables que otros de esa inestabilidad. Estados Unidos es el donante más impredecible, mientras los países escandinavos son los más constantes. Homi Kharas, miembro de la Brookings Institution de  EE UU y autor del estudio, explica que  la ayuda estadounidense es más propensa a la volatilidad porque los fondos  son a discreción del Gobierno. “Si [la  Administración de EEUU] decide que les  gusta alguien pueden aumentar la asistencia muy  rápido, y si deciden que no les  gusta pueden cortarla con igual rapidez”,  explica Kharas.

Un modo de reducir esa inestabilidad es asignar a los países una cantidad fija de ayuda en un espacio temporal de varios años, por ejemplo, 50 millones de dólares anuales para tres años. Gran Bretaña ya cuenta con este sistema y la Unión Europea lo está considerando. Traer un poco de estabilidad a los países  más frágiles del mundo es lo mínimo  que los donantes podrían hacer.