La

sacralidad de la vida

Peter Singer Los

partidos políticos

Fernando Henrique Cardoso El euro

Christopher HitchensLa

pasividad japonesa

Shintaro Ishihara La monogamia

Jacques Attali

La

jerarquía religiosa

Harvey Cox

El Partido

Comunista Chino

Minxin Pei

Los

coches contaminantes

John Browne

El

dominio público

Lawrence Lessig

Las

consultas de los médicos

Craig Mundie

La monarquía

inglesa

Felipe Fernández-Armesto

La

guerra contra las drogas

Peter Schwartz

La

procreación natural

Lee Kuan Yew

La polio

Julie Gerberding

La soberanía

Richard Haass

El anonimato

Esther Dyson

Los subsidios

agrícolas

Enrique Iglesias

La guerra contra las drogas llegará pronto a su fin. No se ganará ni

se perderá, y, desde luego, no se eliminará su consumo

ilícito. La gente seguirá buscando su placer personal y

sus adicciones incontrolables. No, el combate terminará porque

los estupefacientes que conocemos desaparecerán.

La droga modelo del futuro está ya entre nosotros, es el cristal

de metanfetamina, que está arrasando en EE UU y abriéndose

paso en otros países. Es barata y fácil de fabricar, poco

más que un Sudafed (descongestivo nasal que contiene seudoefedrina)

mezclado con fertilizante para plantas. El fabricante obtiene el cien

por cien de los beneficios; no se necesitan intermediarios ni mensajeros.

Se fabrica con materiales adquiridos en el garaje o el sótano,

por lo que su producción es prácticamente imposible de

detener. Sólo se atrapa a los estúpidos e incompetentes.

De aquí a 30 años, los que permanezcan en el negocio serán

fabricantes de drogas de diseño para ricos. Con el tiempo, se

eliminarán los peores efectos secundarios, tal vez incluso la

propia adicción. Los vendedores de esos estimulantes a la medida

prepararán la experiencia química perfecta para quienes

puedan pagarla. Hoy es ya corriente la combinación de cocaína

con esquí, sexo u otras actividades físicas intensas; lo

mismo ocurre con la marihuana y la creación musical. En el futuro,

habrá drogas específicas para la comida, el golf, la jardinería… Como

la metanfetamina actual, algunas sustancias podrán fabricarse

en casa. Y todas estarán diseñadas para que los demás

no detecten su consumo: nada de ojos rojos, tics nerviosos ni aletargamiento.

Es posible que recordemos

con nostalgia la época en que se perseguía a los contrabandistas

y se incendiaban campos de coca

Este paso tendrá algunas consecuencias positivas. Los campos

de opio en Afganistán y las plantaciones de coca de Colombia se

marchitarán y permitirán crear nuevas realidades económicas

en ambos países. La pérdida de unos cultivos lucrativos,

al principio, molestará, pero los agricultores y los comerciantes

dedicados a bienes legales, sometidos a impuestos y transparentes, acabarán

por facilitar la construcción de sociedades saludables. Los portadores

de cocaína no tendrán que pasar penalidades en las aduanas,

y los camellos dejarán de pasar bolsas de heroína en el

estómago. Los narcos no tendrán que blanquear miles de

millones de euros ni pagar ejércitos privados, y las esquinas

no estarán llenas de vendedores disputándose el territorio

a tiros. La población carcelaria en los países occidentales

disminuirá.

Pero, a medida que la violencia relacionada con el ...