Durante los últimos meses, el Gobierno de Birmania ha tomado una serie de decisiones que sugieren que podría estar embarcado en una transición democrática tras cinco decenios de dictadura militar. Pero, ¿se tratan de cambios reales? ¿Es el presidente Thein Sein un ‘Gorvachov’ birmano?

 









AFP/Getty Images

 

Nadie esperaba mucho del ex general Thein Sein cuando tomó posesión de su cargo en marzo tras ganar unas elecciones amañadas en noviembre. Pero, entre otras medidas, ha mantenido conversaciones con la líder de la oposición democrática, Aung San Suu Kyi, ha relajado la censura de los medios de comunicación e Internet y el Parlamento ha aprobado una enmienda a la ley de partidos que permitirá a la Liga Nacional para la Democracia (LND) registrarse legalmente y concurrir a los próximos comicios. Tras reunirse con él, la propia Aung San Suu Kyi declaró que el Presidente “desea un cambio positivo y real” y ha anunciado su intención de presentarse a unas próximas elecciones en las que se elegirá a 48 miembros del Parlamento.

Pero no todos son tan optimistas. La Alianza de Monjes Birmanos, que organizó en 2007 la llamada “revolución de azafrán”, se ha opuesto a la decisión de la LND de registrarse, al considerar que no se han producido los cambios suficientes para ello. Por su parte, Maung Zarni, profesor de la London School of Economics, se muestra muy escéptico ante las reformas, que califica de meramente “cosméticas”. En una entrevista para FP en Español aclara que “los cambios no afectan a quienes detenta el poder en última instancia, los militares, algo que ahora recoge la Constitución aprobada en 2008. El Ejército decide la política exterior del país, controla todas las instituciones del Estado y determina las operaciones militares contra las comunidades étnicamente no birmanas”.

En materia de derechos humanos, la situación ha cambiado poco, pese a que el Gobierno ha creado una Comisión cuya independencia es más que dudosa. En octubre liberó a más de 200 presos políticos, una noticia que difundieron los medios de todo el mundo, pero unos 1.800 siguen en prisión y aún no está claro si habrá más excarcelaciones. Según Anna Roberts, codirectora del influyente grupo de presión Burma Campaign UK, el número fue “decepcionantemente bajo” y la liberación no supone ninguna novedad: “Las excarcelaciones recientes son similares a otras muchas anteriores y no indican necesariamente que se vayan a producir verdaderos cambios. Por ejemplo, cuando el anterior dictador, Than Shwe, se hizo con el poder en 1992, excarceló a 427 presos políticos”.

El conflicto entre el Gobierno central, de mayoría étnica birmana, y las numerosas etnias de la periferia es un factor clave en la política del país. “Muchos miembros de la oposición democrática no creen que las últimas medidas del Gobierno representen un verdadero cambio, ya que continúa la guerra civil en los Estados Kachín, Shan y Karen, con ofensivas a gran escala del ...