japon1200x400El giro en la seguridad nacional nipona, que implica la toma de decisiones difíciles,  representa  un gran desafío para la democracia del país.

Encuadrada en la convergencia de las políticas nacional e internacional de la posguerra durante los últimos 70 años, la Constitución pacifista de Japón parece haber asegurado la paz y la prosperidad para el país. Los pacifistas nipones consideran además que esta buena suerte nunca se va a acabar, como demuestra su más reciente manifestación masiva frente a la Dieta (Parlamento). Los manifestantes protestaban contra las políticas de seguridad propuestas por el Gobierno del primer ministro, Shinzo Abe, que consideran inconstitucionales. Pero la emergente tecnología militar centrada en la red está invalidando con rapidez las premisas que los pacifistas llevan tanto tiempo asumiendo.

La Constitución japonesa de 1947 fue impuesta bajo la ocupación militar encabezada por Estados Unidos con la intención de poner a un Japón derrotado bajo una especie de periodo de prueba indefinido en su calidad de país que había desafiado el statu quo internacional y, aun vencido, podía ser peligroso. La Constitución privó a Japón de su derecho a la beligerancia, así como del derecho a la posesión de unas fuerzas armadas normales que pudieran ser un instrumento político para la proyección del poder. Para su seguridad y existencia, Japón está obligado a confiar en “la justicia y la fe de los pueblos del mundo que aman la paz”, la inmensa mayoría de los cuales consistía entonces en las Potencias Aliadas.

En respuesta al estallido de la Guerra de Corea en 1950 en el contexto de la Guerra Fría, sin embargo, EE UU empujó al Japón ocupado a organizar una fuerza de policía de Seguridad Nacional a pequeña escala que más tarde se convirtió en las Fuerzas de Autodefensa de Japón. El país aprovechó el armamento ligero y su baja carga fiscal para reconstruir su economía devastada por la guerra y para más tarde convertirse en una potencia económica mundial, mientras que Estados Unidos sigue hasta el día de hoy cumpliendo con el papel de único garante de la seguridad nipona.

Con el aumento de la implicación militar estadounidense a nivel global y su carga fiscal creciendo significativamente, las Fuerzas de Autodefensa de Japón han estrechado sus relaciones bilaterales de alianza para reforzar y, de manera limitada, complementar el poder militar estadounidense. Gracias a la alianza, Japón ha sido capaz de gastar menos del 1% de su PIB en defensa durante más de tres décadas. Aunque, por supuesto, también se ha visto obligado a soportar una relación asimétrica, cuya manifestación más visible es tener que acoger grandes bases militares estadounidenses en su territorio.

Sin embargo, a medida que su economía crecía, el presupuesto de defensa japonés se hizo lo suficientemente grande en términos absolutos para permitir que el país financiara la transformación de las Fuerzas de Autodefensa en unas fuerzas armadas reducidas pero tecnológica y operativamente sofisticadas, que funcionan a su mejor nivel cuando cooperan estrechamente con las de Estados Unidos.

Durante más de dos ...