Un niño corre en los suburbios de Damasco. Abd Doumany AFP/Getty Images
Un niño corre en los suburbios de Damasco. Abd Doumany AFP/Getty Images

Tras años de conflicto, la guerra siria es la peor crisis humanitaria de nuestro tiempo y el conflicto reciente con la mayor tasa de muertes infantiles.

Aylan Kurdi y Omran Daqneesh son sólo dos pequeños rostros de una guerra sangrienta que ya se ha cobrado más de 470.000 vidas. De todas esas víctimas, la inmensa mayoría son civiles inocentes, especialmente mujeres y al menos 50.000 son niños y niñas. Según Unicef, 1 de cada 3 menores sirios no conoce otra cosa que la guerra, incluyendo 151.000 que han nacido como refugiados.

 

Desplazados, refugiados, asediados

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© Rosa Soto

Los niños sirios sufren la misma situación que los adultos, pero las consecuencias son aún más graves. De 13,5 millones de personas afectadas por el conflicto dentro del país, 6 millones son menores. A ellos se suman más de 2,5 millones de niños registrados como refugiados, tanto en los países vecinos como en Europa.

En territorio sirio, los pequeños son víctimas de la violencia, los barriles-bomba, los bombardeos de las distintas fuerzas combatientes y el fuego cruzado. Las peores situaciones se viven en las poblaciones bajo asedio y las áreas de difícil acceso. Actualmente, según cifras de ONU, hay en torno a medio millón de personas viviendo en 18 áreas bajo asedio y 4,1 millones más que viven en 135 designadas como de difícil acceso. Durante el mes de octubre, el Centro de Documentación de Violaciones contabilizó 1.359 víctimas mortales, de las que 215 fueron menores.

Pero no sólo son víctima de las armas, también lo son del hambre, la desnutrición y las enfermedades. Recordamos a comienzos de año las terroríficas imágenes de la ciudad asediada de Madaya que mostraban a personas muriendo de hambre literalmente. Pero, por desgracia, la situación no es exclusiva de dicha localidad, sino un fenómeno extendido a numerosas partes del país. Según recoge Save the Children en su informe Childhood under siege, en un estudio realizado por la Sociedad Médica Sirio-Americana, de 560 muertes en zonas sitiadas, un 46,6% eran menores de 14 años. Muchas de las muertes se deben a causas evitables como la ingesta accidental de veneno mientras buscan comida, la falta de cuidados médicos de emergencia, la escasez de medicamentos básicos, complicaciones durante el parto y, en áreas bajo asedio continuo, malnutrición crónica y deshidratación.

Un hombre sirio carga con un bebe huyendo de los bombardeos. Amer Almohibany/AFP/Getty Images
Un hombre sirio carga con un bebe huyendo de los bombardeos. Amer Almohibany/AFP/Getty Images

La situación de los refugiados no es mucho mejor, pero al menos están lejos de la violencia. Sin embargo, nos enfrentamos a situaciones dramáticas como la de los refugiados de Rukban, en la frontera siria con Jordania, donde cientos de personas están muriendo por falta de alimentos, agua y medicinas, tal y como denunció Amnistía Internacional en julio. El pasado 10 de octubre el Gobierno jordano decidió autorizar la distribución de ayuda mediante grúas. Tampoco pueden olvidarse los miles de refugiados que han perdido la vida en el mar tratando de alcanzar las costas europeas. Según ACNUR, más de 300.000 personas cruzaron el Mediterráneo en 2016, y en torno a 4.600 personas habrían muerto en el mar durante lo que va de año. Aunque carecen de cifras oficiales, ACNUR afirma que en torno al 16% de dichas muertes serían de menores.

Muchos otros menores viajan solos, bien porque sus padres los envían en solitario con la esperanza de ponerlos a salvo, bien porque se han quedado huérfanos. Según cifras de Eurostat, aproximadamente 90.000 menores no acompañados solicitaron asilo en Europa durante 2015, pero sólo ha sido concedido a menos de la mitad. La mayoría de ellos son afganos y sirios, aunque también hay de otros países africanos. Más de 10.000 de estos menores han desaparecido sin dejar rastro desde 2014, según Europol. Pese a que la  Comisión Europea ha pedido a los Estados miembros prioridad en reubicar a estos menores, especialmente a aquellos que se encuentran retenidos en los campos de refugiados en Grecia, poco está haciéndose por protegerlos. El único movimiento en este sentido fue el del Gobierno británico, que ha establecido procesos legales para acoger a estos menores, aunque los procedimientos son lentos. En los campamentos, son atendidos por las organizaciones de ayuda humanitaria, que intentan protegerlos de la indefensión.

 

El derecho a la educación hecho pedazos

Un niño sirio escribe en un cuaderno sobre el suelo en la ciudad de Daraa. Mohamad Abazeed/AFP/Getty Images
Un niño sirio escribe en un cuaderno sobre el suelo en la ciudad de Daraa. Mohamad Abazeed/AFP/Getty Images

La educación es uno de los grandes perdedores del conflicto sirio. Según Unicef, 2,8 millones de niños sirios dentro y fuera del país no tienen acceso a la educación. En un Estado donde antes del conflicto casi el 100% de los menores estaban enrolados en la educación primaria, ahora apenas alcanza el 70%. La situación es peor para los adolescentes, que han perdido cursos y ahora resulta difícil volver a recuperarlos, especialmente cuando muchos de ellos tienen que trabajar para ayudar a sus familias a seguir adelante.

Los daños a las infraestructuras también dificultan el acceso a la educación. Más de 6.000 escuelas no pueden ser utilizadas y durante 2015 se verificaron 15 ataques contra colegios. La situación en los campos de refugiados es considerablemente mejor, pero también hay muchos niños fuera del sistema educativo que necesitan ser incorporados. Numerosas ONG trabajan en colaboración con los gobiernos de los países de acogida para que decenas de miles de niños sirios puedan incorporarse al curso escolar.

Por otro lado, Daesh (el autodenominado Estado Islámico) continúa usando la educación para adoctrinar y reclutar menores. En diciembre del año pasado, el grupo armado impuso nuevas regulaciones de educación obligatorias para todos los niños y niñas, resultando un factor de gran importancia que contribuye al reclutamiento, tal y como recoge el informe del Secretario General de Naciones Unidas sobre menores y conflicto armado. Según estima Unicef, las pérdidas en capital humano que suponen el no retorno de los pequeños a la escuela se calculan en 10,7 miles de millones de dólares.

 

Vidas en guerra: ‘niños soldado’, abusos y asesinatos

Menores sirios huyen de las zonas controladas por Daesh. Delil Souleiman/AFP/Getty Images
Menores sirios huyen de las zonas controladas por Daesh. Delil Souleiman/AFP/Getty Images

Otro problema que está pasando desapercibido es el uso de niños como combatientes. Según el citado informe, un total de 362 casos de reclutamiento de menores habían sido verificados en abril de este año. A la cabeza se encontraba Daesh con 274, seguido del Ejército Libre Sirio y grupos afiliados con 62, Liwa’ al Tawhid con 11, los comités populares con 5, las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo con 4, Ahrar al Sham con 3, el Frente al Nusra con 2 y el Ejército del Islam con 1. De todos los casos verificados, 56% correspondían a menores de 15 años.

En julio de 2015, Human Rights Watch denunció el reclutamiento de menores por parte de las guerrillas kurdas. Pese a que éstas habían estado desmovilizando menores reclutados como parte del compromiso alcanzado con la ONG Geneva Call, aún persistían casos de reclutamiento de niños.

Sin embargo, el caso más preocupante es el de Daesh, que cuenta con la existencia de centros de entrenamiento en zonas rurales de Alepo, Raqqa y Dayr al Zawr donde entrenan militarmente a al menos 124 menores de entre 10 y 15 años. Además, se han verificado 18 casos de niños de hasta siete años de edad combatiendo.

A esto se une la detención por parte de fuerzas gubernamentales de al menos 36 niños. En la mayoría de los casos, los pequeños fueron torturados y uno de ellos resultó fallecido como consecuencia de la tortura y tratos degradantes. Otros grupos, tanto progubernamentales como antigubernamentales, mantienen a los niños cautivos debido a su asociación con alguna de las partes en el conflicto.

© Rosa Soto

Tal y como se señala en el citado informe del Secretario General de la ONU, el número de niños y niñas asesinados como consecuencia de su asociación con grupos armados y su participación en combate ha aumentado. Es especialmente preocupante en zonas controladas por Daesh, debido al elevado número de niños soldado que utilizan, contándose al menos 148 niños fallecidos debido a los ataques en las áreas controladas por el Estado Islámico. Este grupo, junto al Frente al Nusra, continúan cometiendo atrocidades, incluyendo la ejecución sumaria de niños y amputaciones de miembros.

Otra dimensión relacionada es la violencia sexual contra menores, que resulta muy difícil de documentar. En las zonas controladas por Daesh, las niñas son muy vulnerables, sufriendo matrimonios forzados con los combatientes, y aquellas de otras minorías étnicas y religiosas como las yazidíes siguen siendo secuestradas y vendidas para ser utilizadas como esclavas sexuales. Finalmente, el secuestro de menores por todas las partes en conflicto sigue siendo una práctica recurrente, sobre todo a cargo de fuerzas gubernamentales y Daesh, con 21 casos verificados por el Grupo de Trabajo del Consejo de Seguridad sobre los Niños y los Conflictos armados.

 

Daños mentales irreversibles: ¿una generación perdida?

La violencia, el desplazamiento, la muerte de seres queridos, la visión de acciones terroríficas, la desnutrición e, incluso, los abusos y la tortura pasan factura los menores sirios, perjudicándoles seriamente de cara al futuro. Las consecuencias en adolescentes son más graves, con trastornos agresivos y uso de drogas como vía de escape. La situación de las niñas es más difícil de valorar, pues tienden a estar en casa y más aisladas que los varones En cualquier caso, las secuelas pueden ser muy duraderas y perjudicar el futuro desarrollo personal y profesional de varias generaciones.

Como señala Jan Egeland, Secretario General del Norwegian Refugee Council, “las consecuencias del colosal abuso de los derechos de los niños y niñas en Siria podría sobrevivir a la propia guerra durante décadas. ¿Cómo podemos esperar que crezcan respetando y defendiendo el derecho internacional cuándo éste les ha fallado en el momento que más lo necesitaban?”