
La estrategia del presidente turco para transformar Turquía en un país de corte presidencialista: forzar al partido nacionalista a pactar o convocar nuevas elecciones antes de que finalice 2016.
Si alguien ojea el recorrido del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) no podrá poner en duda sus logros electorales: cuatro mayorías parlamentarias y el triunfo en los primeros comicios presidenciales en la historia de la República. Estos éxitos, representando no sólo a la profunda Anatolia, han permitido a los islamistas ajustar las cuentas con sus enemigos, sobre todo con el antiguo orden kemalista. Pero al presidente y líder supremo del partido, Recep Tayyip Erdogan, le falta una aspiración personal por cumplir: transformar Turquía en un país de corte presidencialista. Y este cambio lo quiere ya, si puede ser antes de que finalice 2016, aunque para ello sumerja el país en el caos.
La última víctima en su viraje autoritario ha sido el primer ministro saliente, Ahmet Davutoglu, quien subió escalones en el partido de la mano del presidente. Antes, las dos figuras más importantes que cofundaron el AKP, Abdulá Gül y Bülent Arinç, también fueron apartadas por los leales al erdoganismo. En el caso de Davutoglu, un cúmulo de desavenencias con el presidente provocó que el Comité Central del AKP le quitara hace un mes la potestad para elegir a los líderes locales. Era la muestra inequívoca de que sus horas estaban contadas. Poco después fue llamado por Erdogan, y al día siguiente dijo que abandonaría su cargo al no presentarse al congreso del AKP en el que se eligió al nuevo líder: Binali Yildirim, quien además de ser uno de los máximos representantes del ala dura del erdoganismo es amigo personal del líder turco.
“Apostará por la transición al sistema presidencialista o lo creará de facto trabajando cerca de Erdogan. Aunque Davutoglu estaba influido por el presidente, tenía sus diferencias. Trató de crear un área para maniobrar al ver que podía arreglar algunas tensiones de la política turca”, explica Doruk Ergun, experto del centro de análisis EDAM.
Durante 20 meses, los periodistas hemos dicho que Davutoglu era una marioneta de Erdogan. Nadie dudaba de ello. Pero de repente todo explotó, y los rifirrafes en las causas vitales se hicieron públicos. Ergun enumera varios: “Han tenido diferencias con la libertad de prensa y el proceso de adhesión a la Unión Europea. En la lucha con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) Davutoglu pensó que se debía desarrollar una estrategia comprensiva y declaró que Ankara podría volver a la negociación en los términos de 2013. También se mostró favorable a levantar la inmunidad a todos los parlamentarios. Para Erdogan, las operaciones antiterroritas tenían que incrementarse, llegando aún más lejos en la definición de terrorismo, y la retirada de la inmunidad debía limitarse al Partido Democrático de los Pueblos (HDP)”.
A estos problemas se sumó la piedra angular del erdoganismo, el sistema presidencialista. “Davutoglu creyó ...
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