Los casos de DSK y de Casey Anthony muestran lo implacable de los juicios paralelos en el país.
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AFP/GettyImages |
Medios de comunicación y personas se agolpan en la entrada de la prisión Orange County en EE UU tras saberse que Casey Anthony había sido absuelta del asesinato de su hija. |
Cuando leyeron el veredicto del caso Casey Anthony, una joven acusada de asesinar a su hija de dos años, me encontraba en el mercado electrónico neoyorquino Nasdaq. A través de la cristalera veía a decenas de personas en el exterior mirando las pantallas informativas de Times Square. Dentro, nada más leerse la sentencia, no culpable, empecé a escuchar gritos de sorpresa y algún que otro improperio contra el jurado. Los técnicos y periodistas económicos estaban tan indignados como sorprendidos por el resultado de un juicio de tres años del que sabían casi todo. “Esto es otro O. J. Simpson”, me dijo irritado uno de los compañeros, en referencia al polémico juicio contra el conocido jugador de fútbol americano por el asesinato de su mujer en 1994.
Es difícil comprender la magnitud que ha alcanzado el caso Casey Anthony en Estados Unidos. La prueba, imprecisa pero sugerente, de una búsqueda en Google del término “Casey Anthony” devuelve 112 millones de resultados. Temas mucho más relevantes, como el de la deuda de EE UU arrojan tan sólo 10 millones, y nadie pone en duda que este último es mucho más importante para el futuro del país, de las prestaciones sociales y del desempleo. La sentencia de Casey Anthony fue la segunda más importante de la semana en los medios del país, según el Instituto Pew Research Center; la primera si sólo se tenía en cuenta la televisión por cable.
El caso ha sido tan seguido probablemente porque la madre era joven, guapa y desvergonzada, porque no informó de la desaparición de su pequeña hasta un mes después, porque se fue de fiesta a las pocas semanas de su muerte y se hizo un tatuaje… Pero sobre todo porque las televisiones por cable lo han utilizado todo con obvios fines comerciales. “Estamos en los Estados Unidos del Entretenimiento”, aseguraba un comentarista, “y en este caso los espectadores estaban presenciando un reality show en el que, al final, la protagonista podía ser sentenciada a muerte. No había nada relevante en el juicio, pero en EE UU nos morimos por un poco de entretenimiento”.
Muy destacada y muy criticada ha sido la cobertura de la cadena HLN, filial de CNN. Casi cinco millones de personas vieron la sentencia en directo sólo a través de esta cadena. Su presentadora estrella, Nancy Grace, nunca ocultó su odio hacia la acusada ni mitigó su opinión de que había cometido el delito. Cuando la declararon no culpable aseguró: “el diablo está bailando hoy”. Era el broche de una cobertura parcial, en el mejor de los casos, ...
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