Cuando el secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld habló en 2002 de lo “desconocido conocido” que había en Irak, se convirtió en objeto de inacabables burlas, y aquellos misteriosos agujeros negros acabaron confundiendo los planes de su departamento. Rumsfeld no es el único que se enfrenta a este rompecabezas epistemológico: por todas partes hay desconocidos conocidos, aguardando para confundirnos. He aquí algunos de los más enigmáticos.

Población de Líbano

Lo que sabemos que no sabemos: nadie sabe cuánta gente vive en Líbano. No se ha vuelto a realizar un censo en el país desde el que llevó a cabo el Gobierno colonial francés, en 1932.

Por qué no lo sabemos: un censo revelaría la verdad incómoda –para los cristianos maronitas libaneses– de que su número ha venido reduciéndose. Cuando Líbano se independizó, en 1943, se alcanzó un pacto nacional para dividir el poder entre los cristianos y los musulmanes en proporción de 6 a 5, conforme al censo de 1932. Después, el reparto pasó a ser a partes iguales tras la brutal guerra civil que sufrió el país entre 1975 y 1990. Se cree que desde entonces la comunidad musulmana chií ha crecido más que ningún otro grupo, pero los cristianos, a pesar de constituir según las estimaciones sólo una cuarta parte de la población, siguen acaparando la mitad de los escaños del Parlamento. Y prefieren que siga siendo así.

Petróleo de Nigeria

Lo que sabemos que no sabemos: hasta la misma empresa estatal de petróleo nigeriana admite que “no puede garantizar la completa exactitud” de sus estadísticas de producción de petróleo, y es un país en el que el oro negro supone el 80% de los ingresos del Estado.

Por qué no lo sabemos: el sector petrolero nigeriano está sumido en la corrupción y en la ignorancia intencionada, y eso incluye la contabilidad. Un organismo de control ha cuantificado las discrepancias en las cifras de ingresos petroleros del Banco Central de Nigeria en unos 155 millones de dólares en 2005. Las principales compañías petroleras occidentales han realizado grandes inversiones en el Delta del Níger, y hay sospechas de que están extrayendo más de lo que reconocen. Las tensiones en la rica zona del delta también han contribuido a la incertidumbre.

Bombas atómicas de Rusia

Lo que sabemos que no sabemos: nadie ha sabido nunca realmente cuánto material fisible tiene Rusia. Lo único seguro es que tiene más que ningún otro país, y que probablemente parte de él ha desaparecido.

Por qué no lo sabemos: tras el desmembramiento de la URSS, la infraestructura nuclear del país se concentró en instalaciones dentro de Rusia, a menudo con procedimientos de seguridad y de contabilidad bastante relajados. La contabilidad ha mejorado desde entonces, y actualmente se cree que el país dispone de unas 145 toneladas de plutonio apto para uso militar. Pero, con más de 140 reactores nucleares con diferentes niveles de seguridad repartidos por el país, muchos expertos piensan que muy probablemente parte del material ha escapado por los agujeros.

Muertos en Haití

Lo que sabemos que no sabemos: las estimaciones sobre el número de víctimas del terremoto que asoló Haití el 12 de febrero oscilan desde las 300.000 del presidente René Préval hasta las “bastantes menos de 100.000” de una agencia de noticias holandesa. Estas cifras redondas ya son indicativas de que en realidad nadie tiene ni idea.

Por qué no lo sabemos: es habitual que durante las primeras semanas tras una catástrofe natural el número de víctimas varíe. Pero en Haití, cuyo inestable Gobierno apenas tiene idea de la población del país en las circunstancias más favorables, el reto era mayor. La escasez de recursos hizo que casi toda la atención se centrase en los supervivientes, mientras los cadáveres eran eliminados con escasa documentación. Algunos ciudadanos incluso han acusado al Gobierno de inflar deliberadamente las cifras para atraer más ayuda extranjera.