
He aquí cuatro pasos que la Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad debe llevar a cabo con el fin de convertir a Europa en un verdadero competidor geopolítico.
En su audiencia de confirmación, Federica Mogherini, la nueva Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, afirmó que quiere hacer que la diplomacia europea sea "estratégica". Hizo un llamamiento a un “replanteamiento estratégico” y pidió 100 días para revisar el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), el brazo diplomático de la UE que ahora dirige. ¿Qué medidas debería tomar?
Mogherini encabeza un servicio que se esfuerza por estar a la altura de las expectativas. Cuatro años después de la creación del SEAE, la política exterior europea sigue siendo incoherente, excesivamente tecnocrática y demasiado lenta en su respuesta a las crisis políticas. Ha logrado algunos éxitos, entre los que se incluyen las negociaciones entre Serbia y Kosovo, la distensión diplomática con Irán y las reformas políticas en Myanmar. Pero con demasiada frecuencia los Estados miembros se centran en sus restringidos objetivos nacionales mientras las instituciones de la UE carecen de la influencia política necesaria para impulsar una agenda europea común. El resultado ha sido una diplomacia europea que funciona por debajo de sus ambiciones.
Se necesita una política exterior de la UE más fuerte y sólida. El entorno de seguridad de Europa es el más volátil e impredecible que se ha registrado desde el fin de la Guerra Fría. Desde el norte de África a Europa del Este, el seguir actuando bajo la rutina de siempre ya no es suficiente para promover la estabilidad y la prosperidad en el vecindario.
En esto muchos están de acuerdo. Pero el modo de actuar por defecto de Europa ha sido el de favorecer el statu quo. En las capitales europeas existe la sensación de que hay poco que ganar y mucho que perder en el panorama internacional actual. Al comenzar el nuevo siglo, Europa era rica, dinámica y una potencia global con aspiraciones. Pero esas certezas se han desvanecido tras años de crisis económica, la experiencia aleccionadora de los conflictos en Irak y Afganistán, el aumento del euroescepticismo y una serie de crisis de seguridad a las puertas de Europa. Las opiniones públicas europeas cada vez miran más hacia dentro y se han vuelto escépticas ante la fuerza militar y recelosas de los proyectos europeos. Esto crea una tendencia a responder a los acontecimientos a medida que se producen, en vez de actuar para darles forma. Pero la Unión no puede sentarse y esperar. Citando aunque sea inexactamente al viejo noble de El gatopardo de Lampedusa, si la UE quiere que todo permanezca igual, todo debe cambiar.
El SEAE, por supuesto, no es el único responsable de los achaques de la política exterior europea. Después de todo, depende del ...
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