
La promulgación de la esperada Carta Magna nepalí ha generado protestas en el sur del país por parte de diferentes grupos. ¿Las razones? Desde aspectos relacionados con el secularismo y el federalismo hasta los derechos de minorías y mujeres.
Tras siete años de negociación, Nepal ha promulgado una nueva Constitución el pasado septiembre que pone fin a nueve años de transición política después del fin del conflicto maoísta y la abolición de la monarquía. El Gobierno declaró dos días de fiesta nacional para celebrar lo que el primer ministro Sushil Koirala ha llamado “una victoria histórica” y “el mayor logro de Nepal y los nepalíes”.
Pero no todos los nepalíes están de celebración. El Tarai, la región de las planicies en el sur, en la frontera con India, lleva varias semanas paralizado por una huelga general indefinida convocada por el Frente Madhesi, una coalición de partidos regionalistas, contra el acuerdo constitucional. Choques violentos entre la policía y los manifestantes han resultado en más de 50 muertos, una cifra que es más que probable siga aumentando. En el resto del país, otros grupos también se oponen a la nueva Carta Magna, desde colectivos por los derechos de las mujeres y partidos indígenas al derechista Partido Rastriya Prajatantra, que demanda restaurar el hinduismo como la religión oficial del Estado.
Los orígenes de la Constitución
El conflicto maoísta que asoló el país entre 1996 y 2006 y que dejó más de 15.000 muertos supuso una fuerte movilización identitaria. Como arma de reclutamiento, la guerrilla maoísta prometió acabar con la discriminación institucional contra los distintos grupos étnicos tradicionalmente marginados en el país. Entre sus promesas estaba la promulgación de una nueva Constitución que promoviese el uso de sus lenguas tradicionales, la instauración del secularismo y la descentralización del poder del Estado. Este programa fue fundamental para la movilización de estos grupos en favor de los maoístas durante la guerra y resultó en un auge identitario sin paragón en un país en el que el Estado y sus recursos han encontrado siempre bajo el firme control de las castas más altas de los khas, el grupo étnico dominante.
La constitución interina de 2007, resultante del acuerdo de paz que puso fin al conflicto, institucionalizó estos cambios, abolió la monarquía y declaró Nepal una república federal y secular. El optimismo inicial, sin embargo, pronto se transformó en un impasse político que resultó en la disolución de la primera Asamblea Constituyente tras ser ésta incapaz de acordar un nuevo texto constitucional. En 2013 fue elegida una segunda Asamblea en la que los maoístas perdieron la mayoría parlamentaria en favor de una coalición de los partidos tradicionales del Congreso nepalí y los marxistas-leninistas.
El nuevo Gobierno de coalición ha utilizado su mayoría parlamentaria de dos tercios, el mínimo necesario para promulgar la Constitución sin necesidad de referéndum, para promover un acuerdo que diluye muchos de los avances del ...
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