Un Gobierno inútil y hueco. Una rebelión islamista agresiva. Un desastre humano inminente. Somalia es el Estado fallido más peligroso del planeta, e incluso los expertos internacionales en resolución de conflictos se mantienen apartados.
Diez mil metros es la distancia a la que está dispuesto el Consejo de Seguridad de la ONU a acercarse a Somalia. A principios de junio, sus 15 miembros emprendieron una gira de 10 días y cinco países para examinar los lugares de África que sufren las peores crisis, y Somalia encabezaba la lista. Sólo había una condición: los asesores de seguridad de Naciones Unidas rechazaron de pleno la idea de que el Consejo aterrizase en el país. El Estado fallido era demasiado peligroso.
En su lugar, los embajadores itinerantes fueron al vecino Yibuti para entrevistarse con los acosados dirigentes somalíes y dar un empujón a las negociaciones actuales con sus rivales islamistas. La antigua colonia francesa se ha convertido en un cómodo refugio para quienes desean vigilar Somalia de cerca sin atravesar sus fronteras, incluidos los militares occidentales. Mientras el reactor de la ONU aterrizaba, varios aviones estadounidenses se disponían a despegar. Yibuti alberga un contingente de la marina y la fuerza aérea de EE UU y tropas de las Fuerzas Especiales, además de la mayor base militar francesa en África. De sus aeródromos despegan Predator (aviones no tripulados) de la CIA.
Una caótica caravana de vehículos llevó a los embajadores al elegante hotel -a medio construir- en el que se alojaba (con dinero de la ONU) el llamado Gobierno federal de transición de Somalia. Las autoridades no se merecen demasiado el título. Los piratas infestan las aguas territoriales del país y el Ejecutivo no controla más que unos cuantos pedazos de su territorio. En 2006, perdió Mogadiscio y gran parte del sur a manos de la Unión de Tribunales Islámicos, una milicia islamista de tipo talibán. Las fuerzas etíopes, con apoyo de EE UU, los expulsaron en diciembre de 2006, pero éstos, desde entonces, se han convertido en una insurgencia brutal y persistente.
No parece haber nadie capaz de restablecer el orden. Las escasas fuerzas reales de las que dispone el Ejecutivo somalí se deben a Etiopía y la Unión Africana, que ha enviado allí alrededor de 3.000 soldados de Uganda y Burundi con el fin de mantener la paz. El Ejército estadounidense, al parecer, tiene unos cuantos comandos que actúan en torno a Somalia, pero su misión es capturar extremistas, no garantizar el orden. A principios de mayo, una incursión aérea de EE UU mató a un veterano jefe islamista y a varios de sus colaboradores.
Los santuarios sin violencia son pocos y aislados. Las milicias saquearon hace poco una comisaría de policía en uno de los barrios ...
Diez mil metros es la distancia a la que está dispuesto el Consejo de Seguridad de la ONU a acercarse a Somalia. A principios de junio, sus 15 miembros emprendieron una gira de 10 días y cinco países para examinar los lugares de África que sufren las peores crisis, y Somalia encabezaba la lista. Sólo había una condición: los asesores de seguridad de Naciones Unidas rechazaron de pleno la idea de que el Consejo aterrizase en el país. El Estado fallido era demasiado peligroso.
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JOSÉ CENDON/AFP/Getty Images |
Juego peligroso: la rivalidad entre Etiopía y Eritrea ha ayudado a convertir a Somalia en un nido de violencia. |
En su lugar, los embajadores itinerantes fueron al vecino Yibuti para entrevistarse con los acosados dirigentes somalíes y dar un empujón a las negociaciones actuales con sus rivales islamistas. La antigua colonia francesa se ha convertido en un cómodo refugio para quienes desean vigilar Somalia de cerca sin atravesar sus fronteras, incluidos los militares occidentales. Mientras el reactor de la ONU aterrizaba, varios aviones estadounidenses se disponían a despegar. Yibuti alberga un contingente de la marina y la fuerza aérea de EE UU y tropas de las Fuerzas Especiales, además de la mayor base militar francesa en África. De sus aeródromos despegan Predator (aviones no tripulados) de la CIA.
Una caótica caravana de vehículos llevó a los embajadores al elegante hotel -a medio construir- en el que se alojaba (con dinero de la ONU) el llamado Gobierno federal de transición de Somalia. Las autoridades no se merecen demasiado el título. Los piratas infestan las aguas territoriales del país y el Ejecutivo no controla más que unos cuantos pedazos de su territorio. En 2006, perdió Mogadiscio y gran parte del sur a manos de la Unión de Tribunales Islámicos, una milicia islamista de tipo talibán. Las fuerzas etíopes, con apoyo de EE UU, los expulsaron en diciembre de 2006, pero éstos, desde entonces, se han convertido en una insurgencia brutal y persistente.
No parece haber nadie capaz de restablecer el orden. Las escasas fuerzas reales de las que dispone el Ejecutivo somalí se deben a Etiopía y la Unión Africana, que ha enviado allí alrededor de 3.000 soldados de Uganda y Burundi con el fin de mantener la paz. El Ejército estadounidense, al parecer, tiene unos cuantos comandos que actúan en torno a Somalia, pero su misión es capturar extremistas, no garantizar el orden. A principios de mayo, una incursión aérea de EE UU mató a un veterano jefe islamista y a varios de sus colaboradores.
Los santuarios sin violencia son pocos y aislados. Las milicias saquearon hace poco una comisaría de policía en uno de los barrios ...
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