El Gobierno español puede jugar un papel en Oriente Medio a través de Siria.

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El presidente español y el líder sirio en Damasco.

España mantiene excelentes relaciones con el régimen de Damasco desde hace años y disfruta de una imagen de neutralidad en Oriente Medio. Desde 2008 Siria está adquiriendo un protagonismo creciente como mediador en la región, y a través de ella, España puede adquirir un mayor peso en la zona. A parte de El Cairo, Madrid no dispone de aliados importantes en esta área. A medio plazo, Egipto promete convertirse en un foco de inestabilidad política en cuanto surja el dilema de la sucesión que derive en crisis política o en otra monarquía presidencial como la de Siria, pero menos popular. Por lo que diversificar las alianzas siempre es bueno, y sobre todo con aquellos países que son parte inalienable del eterno conflicto palestino-israelí.

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, subrayó en Damasco la desproporción existente entre las excelentes relaciones políticas y los paupérrimos lazos económicos entre ambos Estados. Anunció la inminente llegada de hombres de negocios españoles a Siria. Aquí reside uno de los puntos clave en el acercamiento europeo hacia Siria y, por supuesto, del cambio radical que ha operado el pragmático Nicolás Sarkozy, frente al sentimentalismo de Jacques Chirac, hacia Bashar al Assad.

Si bien todo Oriente Medio está repartido desde hace tiempo en zonas de influencia política y económica entre las antiguas potencias colonas como Reino Unido y Francia, y nuevas como Estados Unidos, Siria es uno de los pocos países que debido al largo embargo y aislamiento político representa un campo más o menos virgen con un potencial mercado de consumidores, un terreno fértil para inversión económica y un aliado político por definir. Un lugar donde países como España, que tradicionalmente no tienen influencia en Oriente Medio, pueden encontrar un hueco.