Me ha parecido muy interesante el artículo ‘Hijos de la mentira’, de E. Graff (FP edición española, diciembre/enero, 2009). Soy consciente de que hay personas que hacen de casi todo lo que se pueda imaginar (y de lo que no) un negocio, y me alegro de haber pensado en todo esto y haber, en su momento, escogido China como país donde adoptar a mi segundo hijo.

De paso aprovecho para informar de que “sí” son adoptados niños y niñas con un largo abanico de enfermedades de todo tipo, como sida, hepatitis B, amputaciones o ausencia de miembros, cardiopatías, desde leves hasta muy graves…, una lista que no se acaba nunca. De nuevo China sentó en su momento precedente y creó una vía específica para este tipo de adopciones. Probablemente (no hablo de cifras contrastadas, sólo de mi impresión de las muchas páginas que leí de familias de estas características) sea EE UU el que más niños y niñas con graves patologías adopte.

En nuestra asociación, Hijos que Esperan (www.hijosqueesperan.org), hay un nutrido, nutridísimo grupo de personas –teniendo en cuenta que existimos no hace tanto– que hemos adoptado, están adoptando o esperan adoptar a niños y niñas con esas enfermedades.

Mi hijo pertenece a ese colectivo de niños adoptados. Además, quería informar de una realidad no menos sangrante: en España las adopciones no son plenas, y eso quiere decir que cuando tu hijo/hija llega a casa pasan hasta dos años (y no son más porque la ley ha creado restricciones hace poquísimo) en los que te encuentras con la espada de Damocles encima, pendiente de unos padres biológicos que, a mi juicio, han tenido en nuestro país hasta ahora derechos inagotables; tantos, que la mayoría de los menores en centros de acogimiento en España llevan años de aquí para allá sin que se resuelva su situación familiar… ni se permita su adopción. Tantos, que parece que los padres biológicos deben enviar a sus hijos a la UCI, o más, para que el Estado tome cartas definitivas en el asunto. A mí estos miles (muchos miles) de niños me duelen mucho, mucho, mucho.

Soy madre adoptante en el ámbito nacional, e internacional por “pasaje verde” (necesidades especiales) en China, pendiente de un Certificado de Idoneidad (CI) para acogimiento de menor español/a.

  • EMMA ABELLA CRUZ
    Asociación Hijos que Esperan, España

     

E. Graff apunta correctamente que la adopción internacional debería servir a los intereses de los niños en vez de para las necesidades de los potenciales padres adoptivos. Pero se olvida del tema de fondo al decir que la crisis de huérfanos en el mundo ha sido inventada para satisfacer la “demanda” de ricos occidentales.

Graff asegura falsamente que los niños son fabricados porque los potenciales padres adoptivos no están dispuestos a adoptar a los de más edad o con necesidades especiales. Esta afirmación falla al no contar las miles de adopciones de este tipo que se realizan cada año, incluyendo la mitad de los adoptados en China.

Estudios de niños rumanos en instituciones y en acogida de larga duración muestran que muchos de los retrasos físicos y de desarrollo aparecen después de que hayan vivido en un entorno institucionalizado. Según las tesis de Graff, esos anteriormente pequeños y saludables niños habrían sido adoptados como “perfectos candidatos” antes de que esas condiciones pudieran desarrollarse.

Aunque es cierto que las adopciones internacionales en Estados Unidos aumentaron a principios de esta década, Graff no informa de que han descendido cerca del 24% en los pasados 4 años. Este descenso no revela la ausencia de la necesidad; más bien refleja un aumento en la regulación y, en algunos casos, una puesta en marcha con demasiado celo que favorece que los países detengan la adopción internacional.

Profesionales poco creíbles que entregan niños argumentarían que las adopciones deberían ser sencillas, pero no significa que se deba cerrar la puerta a una opción viable para buscar una familia segura, permanente y cariñosa a los niños. La idea de que no existen niños necesitados es un mito.

  •  THOMAS DIFILIPO Y JOELLE RUBEN
    Consejo Conjunto de Servicios Internacionales Infantiles,
    Alexandria, Virginia, EE UU
    E.

 

 

Graff responde:

Thomas DiFilipo y Joelle Ruben distorsionan mis conclusiones. Sí, hay una crisis mundial de huérfanos. Consta de dos partes. Primera,millones de familias necesitan asistencia y apoyo para cuidar de sus hijos. Segunda, cientos de miles de niños abandonados o huérfanos –sobre todo aquellos que tienen más edad o necesidades especiales– buscan hogares. Tengo una gran admiración por las organizaciones y los padres adoptivos que intentan reparar, apoyar o ayudar a esas familias y a esos niños. El mito es que la crisis mundial de huérfanos involucra a bebés sanos. Fuera de China, donde se da rara vez el caso, los niños generalmente encuentran su camino en las instituciones cuando tienen más edad o tras una crisis, pero la mayoría de los occidentales buscan hijos sanos de tres años o menos.

Por supuesto, como dicen DiFilipo y Ruben, nadie fabrica niños. Lo que se fabrica es su estatus de “huérfanos”. Las agencias de adopción occidentales gastan desproporcionadamente grandes cantidades de dinero en países pobres y corruptos –sin hacer demasiadas preguntas– en busca de esos niños sanos adoptables. Ese dinero induce a algunas personas a robar hijos de sus familias.

Sí, la adopción internacional está declinando. Aparentemente, eso es porque China (…) está admitiendo menos de esos niños para la adopción extranjera, y la Convención de La Haya sobre la Adopción Internacional, aunque no es perfecta, parece que está frenando con éxito algo de corrupción.

Como el mito está desacreditado y la regulación aumenta, menos familias occidentales podrán adoptar niños. Pero al menos aquellas que lo hagan pueden estar seguras de que sus hijos no fueron comprados o robados.