
La región con más agua dulce del planeta afronta graves problemas de abastecimiento hídrico. La ineficaz gestión del suministro, el cambio climático y la sobreexplotación acuífera de las actividades extractivistas y agroindustriales amenazan el derecho al agua de más de 50 millones de personas.
Los habitantes de las regiones centrales de Chile aún recuerdan la mega sequía que les dejó sedientos hace apenas un par de años. Entre 2010 y 2015, esas áreas sufrieron la crisis hídrica más severa de los últimos mil años. Los camiones aljibe eran el oasis que calmaban su sed, como lo son aún y con frecuencia, para más de 150.000 habitantes de Copiapó. La empresa que les surte de agua potable ha declarado que en los próximos dos años se quedará sin abastecimiento.
Más de 50 millones de personas en América Latina y el Caribe no tienen acceso al agua. Cerca de 200 millones de habitantes reciben un servicio discontinuo, por lo que no tienen garantizado su derecho al agua. Pese a ser la región con más oferta hídrica del mundo por habitante y albergar una tercera parte del 2,5% total de agua dulce existente en el planeta, la sequía sigue perfilando un árido futuro.
Esta escasez de agua no responde a una carencia real. La media anual de precipitaciones de la región oscila en torno a los 1.600 milímetros, una cifra que asciende a los 2.400 en la cuenca del Amazonas. “Es una escasez inducida”, afirma Javier Bogantes, presidente del Tribunal Latinoamericano del Agua. “Tiene que ver sobre todo con la falta de un ordenamiento territorial eficaz, el diseño de políticas erróneas y la monopolización del acceso al agua, que están provocando una gran vulnerabilidad hídrica”, asegura Bogantes.
La desigualdad desborda los conflictos por el agua que asolan la región y se acentúa en las zonas rurales. En Nicaragua, por ejemplo, mientras que el acceso al agua potable alcanza al 99% de la población urbana, en las zonas rurales apenas supera el 69%. Un escenario que se traslada a otros países como Bolivia, Colombia o Perú, donde la brecha supera los 20 puntos porcentuales.

“Las comunidades campesinas e indígenas son las más castigadas por las llamadas guerras por el agua. Sin embargo, en algunas zonas urbanas la escasez hídrica es más notoria por la alta concentración de gente y la vulnerabilidad de algunas grandes ciudades como Santiago, La Paz o Lima”, apunta Lucio Cuenca, director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA). “Nuestros países logran atenuar las consecuencias de la escasez hídrica desprotegiendo las zonas rurales”.
Pese a que la red de saneamiento se ha ...
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