Un yemení monta en bici en las calles de Sanaa, Yemen. (Mohammed Huwais/AFP/Getty Images)
Un yemení monta en bici en las calles de Sanaa, Yemen. (Mohammed Huwais/AFP/Getty Images)

Las calificaciones generales del Índice de Paz Global 2016 han empeorado ligeramente respecto a 2015, y a más velocidad que el año anterior. Una vez más, Oriente Medio y el Norte de África (MENA en sus siglas en inglés) fue la región en la que la paz sufrió un mayor deterioro. Cuatro zonas obtienen peores puntuaciones que el año anterior, otras tres mejoran y dos permanecen igual.

La puntuación de MENA —que ya era la menos pacífica del mundo— ha caído todavía más, con numerosos conflictos regionales que persisten o se han agravado y la aparición de otros nuevos. En particular, la guerra civil de Siria ha adquirido una mayor dimensión internacional como consecuencia de la intervención de Rusia, que comenzó en septiembre de 2015 para ayudar al régimen. Por su parte, Arabia Saudí ha intervenido en la guerra civil en Yemen y la coalición dirigida por Estados Unidos ha continuado sus ataques aéreos contra el autodenominado Estado Islámico. Las campañas de Siria e Irak se han intensificado desde los atentados terroristas cometidos en París en noviembre. Por el contrario, Europa conserva su posición como la región más pacífica del mundo, aunque su puntuación también empeora algo. Si bien el continente europeo no sufre, en general, conflictos internos, la amenaza del terrorismo sigue pesando y siendo un obstáculo para que la paz progrese todavía más.

En cuanto a la seguridad y la protección de la sociedad, ha habido distintos grados de éxito entre unas regiones y otras. Son pocos los países en los que han cambiado las percepciones sobre el volumen de criminalidad o las cifras reales de crímenes violentos, y son más los países en los que ambos aspectos han mejorado que en los que han empeorado. En cuanto a las cifras de población penitenciaria por cada 100.000 habitantes, los países que han aumentado su proporción de presos equivalen más o menos a los que la han disminuido. Los crímenes violentos solo aumentan en MENA y en Sudamérica, mientras que en todas las demás regiones permanecen al mismo nivel o disminuyen. Sudamérica, Centroamérica y el Caribe son muchas veces los que tienen peores resultados en los indicadores relacionados con la seguridad y la protección, salvo por Estados Unidos, con su desorbitado porcentaje de población penal, y MENA, con un gran número de miembros de sus fuerzas de seguridad interna. Este último dato mejora en todas las regiones menos el sur de Asia y MENA.

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Menos favorables son los resultados que expresan la inestabilidad política, que ha empeorado en 39 países entre 2015 y 2016. Un caso llamativo este año es el de Brasil, donde el detonante fue un gran escándalo de corrupción. Sin embargo, esta inestabilidad no se ha traducido aún en una mayor probabilidad de manifestaciones violentas salvo en el sur de Asia, MENA y África subsahariana, que ya ocupaban los últimos puestos de la clasificación. Al mismo tiempo, el terrorismo político ha aumentado en todo el mundo y, en este aspecto, Europa experimenta el segundo peor deterioro después de Asia-Pacífico. Pese a ello, la región europea sigue siendo la mejor situada en la escala de terrorismo. Otro dato que ha empeorado es el número de refugiados y desplazados internos en gran parte del mundo, con la única excepción de una ligera mejora en Sudamérica. Los deterioros más significativos se produjeron en Centroamérica y el Caribe —en particular en Honduras y Guatemala, dentro del triángulo de oro—, así como en MENA, donde el estallido de la guerra en Yemen ha engendrado una crisis humanitaria.

Los resultados de los indicadores relacionados con guerras nacionales e internacionales también varían mucho. El número de muertes debidas a conflictos internos organizados disminuye en tres regiones —incluido un modesto descenso en MENA—, pero aumenta en otras cuatro, sobre todo en Rusia y Eurasia, con la continuación de la guerra en Ucrania. Aunque también ha empeorado la cifra global de muertes por guerras internacionales, el promedio está muy sesgado por los resultados de MENA y, en menor medida, el sur de Asia; todas las demás regiones mejoran o se quedan como estaban. El número y la duración de los conflictos internos mejoró en la mayoría de los países, pero la media global empeora por la intensificación y la persistencia de la guerra en Siria, Ucrania, República Centroafricana y Libia. El número y la duración de las guerras internacionales, así como la participación de cada país en ellas, se han deteriorado en casi todas las regiones respecto a 2015. El mayor empeoramiento se produjo en Norteamérica, porque Estados Unidos sigue involucrado en numerosos conflictos de Oriente Medio y en Afganistán.

La posibilidad de un acuerdo político en Siria y Yemen mejoraría mucho las perspectivas en este sentido para el próximo año, pero el hecho de que Daesh siga siendo una amenaza para la región obliga a pensar que las potencias extranjeras van a seguir interviniendo en Oriente Medio durante bastante tiempo. Como es de esperar, dado el agravamiento de las tensiones externas, la calificación media de las relaciones con los países vecinos se ha deteriorado en general y en tres de las nueve regiones. Lo más preocupante, quizá, desde el punto de vista de la seguridad internacional, es que la repercusión del terrorismo es el indicador que más ha empeorado, aunque tres regiones —Rusia y Eurasia, Centroamérica y el Caribe y el sur de Asia— muestran mejoras. Aparte de MENA, Europa es la región que más ha sufrido el terrorismo en comparación con el año pasado, y Turquía, Francia y Bélgica están entre los países más afectados. Bélgica y Francia se debaten con el terrorismo islamista autóctono, que saltó a primer plano con los atentados cometidos en París en noviembre de 2015.

Por último, los indicadores relacionados con la militarización muestran un promedio de cierto deterioro. Aunque el gasto militar como porcentaje del PIB ha seguido aumentando en más de 70 países, junto al volumen de importaciones de armas convencionales, el número de miembros de las fuerzas armadas por cada 100.000 habitantes ha descendido en general, y solo ha tenido un incremento visible en Rusia y Eurasia y en Centroamérica y el Caribe, en este último caso más por preocupaciones de seguridad interna que por el peligro de guerras externas. También se han reducido las cifras de armas pesadas y nucleares. La región con mayor riesgo de militarizarse todavía más es MENA, en la que muchos países siguen reforzando sus arsenales convencionales e importando cada vez más armas. La escalada de las guerras en marcha en Oriente Medio y la apertura de frentes nuevos como Yemen continuarán impulsando los refuerzos militares en los países vecinos, especialmente los que tienen participación directa en estas guerras.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

 

comision

 

Actividad subvencionada por la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores