A pesar de los grandes avances en la abolición de la pena de muerte, el número de ejecuciones aumentó un 20% en 2021 respecto al año anterior.  ¿Cuál es la situación de la pena de muerte en el mundo y a qué retos se enfrenta el movimiento en contra de esta cruel práctica?  

En los últimos años, hemos visto que cada vez más países reforman sus leyes para acabar con la pena de muerte. Asimismo, la cifra de Estados que han votado a favor de las resoluciones de la ONU para detener esta práctica en todo el mundo ha aumentado de las 104 de 2007 a las 123 de 2020. Sin embargo, recientemente el presidente Recep Tayyip Erdogan abría la puerta a reintroducir la pena capital en Turquía, y hace tan solo unos días Myanmar acababa con la vida de cuatro activistas prodemocracia en las primeras ejecuciones del país desde 1988. Estos son solo algunos ejemplos de cómo distintos gobiernos han reintroducido esta práctica o han ampliado los delitos que son castigados con la muerte. Lo que demuestra que el debate sobre la pena capital y la lucha por su abolición están lejos de haberse acabado. 

El último informe de Amnistía Internacional sobre la pena de muerte en 2021 revela también información preocupante. Las ejecuciones aumentaron un 20% respecto al año anterior (probablemente porque los sistemas judiciales volvieron a ponerse en marcha tras la pandemia). Menores de edad y personas con discapacidad mental fueron condenados y ejecutados en distintos países. Uno de estos casos fue el de Nagaenthran Dharmalingam, ciudadano malasio con discapacidad intelectual que fue ejecutado por las autoridades de Singapur por intentar introducir en el país tres cucharadas de heroína. También es importante recordar que Estados como China, Vietnam o Corea del Norte no revelan el número de ejecuciones que llevan a cabo y silencian a los activistas que las denuncian. Otra cuestión que preocupa al movimiento abolicionista es que los métodos utilizados en muchos países infligen un gran dolor y sufrimiento antes de provocar la muerte. En EE UU varios presos han fallecido tras sufrir convulsiones y vómitos al recibir la inyección letal.Estas son solo algunas de las cuestiones que deben tenerse en cuenta para entender la situación de la pena de muerte en el mundo, aunque sin olvidar otros asuntos como la frecuente ausencia de una defensa legal justa para los acusados, el impacto de las ejecuciones en las familias o el uso discriminatorio de la pena de muerte contra los más pobres y las minorías, que la convierten en un castigo cruel e inhumano. 

A pesar de que queda un largo camino por recorrer para acabar con esta práctica, los datos sobre la pena capital en el mundo arrojan esperanza. La opinión pública cada vez se inclina más por su abolición. En Estados Unidos, donde la pena de muerte sigue vigente en más de la mitad de los estados, el apoyo a este castigo volvió a registrar su nivel más bajo desde 1972, según la encuesta anual sobre delincuencia de Gallup.

No podemos olvidar que la eliminación completa de la pena de muerte en el mundo requiere el compromiso de gobiernos y líderes políticos, sumado a los esfuerzos de la sociedad civil y los movimientos que luchan por proteger los derechos humanos. Todos podemos contribuir a exponer la crueldad y la falta de humanidad que hay detrás de las ejecuciones.