La crisis electoral afgana amenaza con desestabilizar el país y erosionar aún más la confianza en el gobierno de Karzai. Pero, afortunadamente, existe una solución.
Esta semana, el funcionario estadounidense de más alto nivel que trabajaba con la ONU en Afganistán se tomó una baja por la frustración derivada de la falta de respuesta al fraude en las elecciones presidenciales celebradas en el país. El responsable de la comisión para el seguimiento de las elecciones de la Unión Europea afirmó que hasta un tercio de los votos recibidos por el presidente eran “sospechosos” y deberían ser investigados. Y los propios afganos continúan criticando no sólo la controvertida elección, sino también la respuesta que ha tenido el Ejecutivo ante todo esto. Si la situación continúa, minará de manera fatal al próximo gobierno afgano y los esfuerzos de sus valedores internacionales. Deben tomarse medidas inmediatas para evitar una crisis de legitimidad potencialmente violenta.
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AFP/Getty Images |
Nosotros fuimos observadores en Kabul de las elecciones presidenciales y a los consejos provinciales celebradas en Afganistán el 20 de agosto. Entre todos sumamos casi siete décadas de experiencia en el seguimiento de la política afgana, y nos sentimos completamente alarmados por la falta de consenso sobre cómo resolver la crisis que se está gestando a causa de estas discutidas elecciones. A estas alturas está claro que allí tuvo lugar un intento a gran escala de distorsionar los resultados de los comicios y estafar al pueblo. Si esta tentativa tuviera éxito, las probabilidades de que la Administración de Barack Obama pueda estabilizar Afganistán y la región en general serán desalentadoras. Nadie debería albergar ninguna duda sobre la gravedad y el carácter explosivo de la situación.
La comunidad internacional sabía al meterse en estas elecciones que iban a ser problemáticas. Podríamos y deberíamos haberlo hecho mejor. Había evidencias de fraude con meses de antelación, incluyendo la práctica de inflar los censos de votantes en las inseguras zonas del sur de Afganistán y la presencia de tarjetas de registro de votantes a la venta en los mercados de Kabul. Aunque no presenciamos personalmente ningún fraude electoral significativo en Kabul el día de las elecciones, las informaciones facilitadas por nuestros colegas y contactos en otras partes del país proporcionaron evidencias de un considerable fraude, apoyado por el Estado.
También sabíamos con mucha antelación que la falta de capacidad institucional imposibilitaría determinar rápidamente quién era el vencedor. Muchos afganos dudan ahora de la imparcialidad de la Comisión Electoral Independiente, tras haber incluido miles de votos manifiestamente sospechosos en su recuento. Unas 2.851 quejas, de las cuales 751 han sido clasificadas como graves, fueron presentadas ante la Comisión Electoral de Quejas (ECC, en sus siglas en inglés), que tiene una capacidad organizadora limitada para investigarlas. Es probable que lleve semanas determinar si el presidente Karzai, quien en teoría ha sobrepasado la barrera del 50%, puede evitar una segunda vuelta electoral. Si ...
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