Economistas, políticos y estrellas del rock de los países
ricos han hecho llamamientos este año para que se cancele la deuda y
se incrementen las ayudas a los países pobres. Esto parece lo adecuado.
Pero los sueños utópicos de aliviar la pobreza eluden algunas
duras realidades. Al prometer tanto, los activistas prolongan la verdadera
pesadilla de la miseria.










Las épocas pasadas han facilitado una superabundancia de todos los
materiales y medios necesarios para alimentar, vestir, alojar, formar, educar,
dar empleo, divertir y gobernar a la raza humana en una prosperidad perpetua
y progresiva, sin guerras, conflictos o competencia entre naciones o individuos”.

Estas palabras no fueron pronunciadas por un esperanzado líder mundial
en la última cumbre del grupo de los ocho países más industrializados
del mundo (G-8) o por Bono en un concierto de rock, pero resultan familiares.
Fueron escritas en 1857, cuando el reformista británico Robert Owen
hizo un llamamiento a los países ricos, que podrían “fácilmente
inducir a todos los demás gobiernos y pueblos a unirse a ellos en la
adopción de medidas prácticas para lograr el bien común
en el futuro”. Tuvo que marcharse de la ciudad entre las burlas de sus
contemporáneos, que le consideraron un utópico.

Reconfortado se sentiría Owen si viviera hoy, al comprobar que en 2005
algunos de los poderosos e influyentes parecen creer que la utopía ha
vuelto. El presidente estadounidense, George W. Bush, ha enviado a los militares
de EE UU a propagar la democracia a lo largo y ancho de Oriente Medio, los
líderes del G-8 se esfuerzan por acabar con la pobreza y la enfermedad
en un futuro próximo, el Banco Mundial promete desarrollo como el camino
hacia la paz global y el Fondo Monetario Internacional (FMI) está tratando
de salvar el medio ambiente. En un mundo en el que miles de millones de personas
aún padecen grandes sufrimientos, estos sueños tienen, sin duda,
gran atractivo. Cabe preguntarse si este nuevo y sorprendente interés
por la utopía es simplemente retórica inofensiva y fuente de
inspiración. ¿Son las ambiciones utópicas el mejor modo
de ayudar a los pobres, que constituyen la mayoría de la población
mundial?







Desafortunadamente, no. En realidad, merman los esfuerzos por ayudarles. ¿Qué es
el utopismo? Es prometer más de lo que puedes cumplir. Es ver una respuesta
fácil y repentina a problemas complejos que llevan largos años
sin resolverse. Es intentar solucionar todo de inmediato mediante un aparato administrativo encabezado por líderes
mundiales
. Es esperar grandes
cosas de esquemas diseñados en la cúpula, pero no hacer nada
para resolver los grandes problemas que hay abajo. El utopismo pone demasiada
fe en la cooperación altruista y subestima el conflicto y el comportamiento
que busca el interés propio.

EL AÑO QUE VIVIMOS UTÓPICAMENTE
En el amanecer del nuevo siglo, Naciones Unidas hizo realidad el sueño
de Robert Owen de reunir a “los potentados de la Tierra” en lo ...