Brasileños que se manifiestan contra la presidenta Dilma Rousseff tras una gran bandera del país. Miguel Schincariol/AFP/Getty Images
Brasileños que se manifiestan contra la presidenta Dilma Rousseff tras una gran bandera del país. Miguel Schincariol/AFP/Getty Images

¿Qué repercusiones internacionales podría tener la destitución de la Presidenta brasileña? ¿Cambiarían los ejes principales de la acción exterior del país?

Brasil se sumerge en una triple crisis. Económica, política e institucional. El Producto Bruto Interno se desploma, llevando la recesión del último trienio (2014, 2015, 2016) a ser las más profunda en siete décadas. Los números son contundentes. La economía brasileña no experimenta un período tan extenso de contracción desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los escándalos de corrupción acechan a toda la clase dirigente. Políticos del oficialismo, dirigentes de la oposición y grandes empresarios están hoy en día bajo la lupa de la justicia. Las investigaciones avanzan semana a semana y los sistemas de desvío de dinero conocidos como Lava Jato y Petrolão comprometen a las máximas autoridades de los sectores públicos y privados nacionales.

Es dentro de este escenario donde el gobierno de Dilma Rousseff se ve comprometido. La debacle de la actividad económica, la aceleración de la inflación, el aumento del desempleo y el severo programa de recortes vigente han destruido la imagen de la Presidenta. La desaprobación a su gestión asciende al 70%. Sin apoyo popular su base de sustentación política se ve también comprometida. El PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), principal fuerza aliada de la Presidenta, abandona la coalición de Gobierno. Se quiebra así una sociedad política de 13 años. Se configura la tormenta perfecta en la cual Rousseff queda al borde del impeachment (juicio político). Tras una década en el poder, el Partido de los Trabajadores (PT) podría abandonar el Palacio do Planalto antes de tiempo.

Ahora bien. En caso de que esto efectivamente suceda, ¿qué repercusiones internacionales generaría?

Para entender esto primero es necesaria una breve aclaración. Si Dilma fuera finalmente destituida quien asumiría la conducción nacional sería el vicepresidente, Michel Temer del PMDB. En el caso de que Temer logre construir los consensos parlamentarios necesarios, podría permanecer en la presidencia hasta el fin del mandato de Rousseff en 2018. ¿Qué puede esperarse entonces?

En octubre de 2015, cuando el impeachment a la Presidenta no era más que una remota posibilidad, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño emitió un documento llamado “Plan de Gobierno”. Allí se especificaba claramente el interés de la fuerza en una mayor apertura comercial internacional. La necesidad de trascender la región, buscando acuerdos tanto con Estados Unidos como con la Unión Europea. Quizá lo más relevante de esta posición sea la aclaración de que estas medidas deberían ser impulsadas preferentemente con el apoyo de Mercosur, pero en caso de que esto no se consiga, Brasil debería embarcarse fuera del bloque regional en la aventura de la inserción comercial internacional. Sin lugar a dudas se trata de un significativo cambio en relación a la década gobernada por el Partido de los Trabajadores, cuando tanto Lula da Silva como Dilma Rousseff dieron una prioridad excluyente a Mercosur. Inclusive resistiendo ...